Espacio. Fallas mecánicas. Espacio. Velocidad. Y más espacio. Al fin y al cabo, ¿por qué otras razones aparte de estas van a querer instalar un disco duro en sus ordenadores? Mientras que aguardamos pacientemente a que las unidades de estado sólido posean un precio razonable para este sistema solar, la forma más barata y eficiente de incrementar la capacidad de almacenamiento de un ordenador es instalar un disco duro convencional. En el pasado hemos visto cómo hacer esto con unidades ópticas, pero si has adquirido un disco duro "de urgencia" y no sabes por dónde comenzar, tal vez esta guía logre llevarte al camino correcto.
Personalmente debo decir que este ha sido el mes de los discos duros para mí. Unidades que vienen, unidades que van, instalaciones que debo realizar, dos discos duros arriba de mi escritorio exactamente en este mismo momento, y un largo etcétera que demandaría medio artículo descomprimir. Mañana debo reemplazar un disco defectuoso por otro de 320 gigabytes, después de que el habitante original del ordenador decidiera comenzar con toda una serie de berrinches extraños muy probablemente asociados a una falla de su tarjeta lógica. Es curioso cómo hoy un ordenador sin disco duro puede parecer abandonado en el medio del desierto, cuando hemos operado durante años sin estos dispositivos. Los discos flexibles gobernaban el universo, y sí, ocho diskettes de doble densidad para jugar al Monkey Island podían ser una pesadilla, pero también eran un placer al mismo tiempo. Ahora, nos burlamos de la barrera del terabyte, mientras que la elite de estado sólido puede saturar un bus SATA sin mayores complicaciones.
El proceso de instalación de un disco duro se ha simplificado de forma considerable con el paso de los años, pero al estar conscientes de que no todo el hardware es igual, es necesario tomar algunos recaudos antes de proceder con la compra y la instalación de la nueva unidad. Esto se resume a conocer un poco el ordenador que va a recibir al disco duro, lo que podemos dividir en dos pasos elementales: Qué edad tiene el ordenador, y qué tipo de interfaces hay disponibles. La edad no solamente influye en detalles como las interfaces, sino que en algunos casos aislados, el disco duro puede llegar a ser demasiado grande como para que el BIOS lo detecte correctamente. Es verdad: Lo que estoy diciendo suena a antigüedad pura, pero puede pasar. Algunos BIOS sólo podían detectar unidades de hasta 137 GB de espacio. Este límite fue roto en el año 2002, y como problema ya es casi inexistente, pero no quiero que los tome por sorpresa si planean agregar 160 GB a un veterano Pentium III con un BIOS antiguo. En caso de lidiar con esta limitación, deberán visitar la página del fabricante y descargar alguna utilidad compatible con DDO, que efectivamente extiende la capacidad de detección de un BIOS (más sencillo), o en su defecto, buscar una versión superior del BIOS y actualizarlo (más elaborado, pero permanente). Ambas opciones son válidas.
En cuanto a interfaces, las opciones más comunes en el mercado son dos: SATA e IDE. La tecnología SATA prácticamente ha desplazado a la IDE, e incluso ya se han visto tarjetas madre sin puertos IDE. Sin embargo, todavía se pueden encontrar discos IDE en el mercado, con capacidades que pueden llegar hasta los 320 gigabytes. No olvides que, al igual que sucede con las unidades ópticas IDE, deberás especificar la posición de un disco duro IDE, o sea, si es maestro o esclavo dentro del canal. Dicha posición es determinada por los "jumpers" ubicados usualmente entre el conector de datos y el Molex de tensión. Cada fabricante tiene su propia forma de especificar esto, y los "mapas" con la configuración de los jumpers suelen estar impresos en una etiqueta pegada sobre la parte superior del disco duro. Si reemplazas a otro disco, lo ideal es que la posición del disco nuevo se mantenga igual, o sea, "maestro" por "maestro" o "esclavo" por "esclavo", para minimizar conflictos. Ahora, si agregas un disco duro adicional, su posición deberá ser diferente a la que posee el disco ya instalado en el sistema. Dos discos duros con la misma posición en un mismo canal IDE causarán un problema invariablemente.
La llegada de los puertos SATA simplificó mucho las cosas, ya que no es necesario lidiar con jumpers y posiciones. Es una unidad por puerto, desde el conector SATA del disco duro hasta el puerto SATA de la placa madre, sin escalas. Aún así, un detalle importante a tener en cuenta es si el nuevo disco duro posee un conector Molex tradicional, o utiliza el nuevo conector SATA para tensión. Hay discos que por cuestiones de compatibilidad poseen ambos tipos de conectores, pero en el caso de que un disco duro SATA utilice un conector de tensión nuevo y la fuente de alimentación del ordenador no cuente con esa entrada, será necesaria la intervención de un adaptador Molex-SATA, muy accesible y fácil de obtener.
Hay muchas dudas sobre la "marca" del disco duro que se debe comprar, pero lo cierto es que solamente quedan cinco empresas en el planeta que fabrican discos duros para ordenadores: Western Digital, Seagate, Hitachi, Samsung y Toshiba. Los discos Toshiba suelen ser un poco más complicados de encontrar, por lo que en la mayoría de los casos, el mercado ofrece unidades de los otros cuatro fabricantes. ¿Con cuál debes quedarte? Eso es algo que deberás investigar tú mismo. Cada una de estas empresas ha tenido discos para el olvido y ejemplares gloriosos, pero no hay nada como la opinión de otros usuarios al respecto (están todos invitados a compartir sus experiencias a través de los comentarios). La tendencia general indica que tanto Seagate como Western Digital son apuestas seguras, pero repetimos, es una tendencia, no una afirmación.
En resumen, para la correcta instalación de un disco duro, necesitas:
- El disco en sí (Capacidad e interfaz según la necesidad del usuario)
- Un destornillador (Puede ser Phillips o Torx, según tornillo, carcasa o fabricante del ordenador)
- Una bahía de 3.5 pulgadas (Ubicación y disponibilidad, según cada carcasa)
- Cable de datos (Excluyente para discos SATA, puedes usar el conector secundario en un IDE)
- Tornillos (Para asegurar la instalación, un disco suelto es una muy, muy mala idea)
- Iluminación y espacio (Trabaja libre de estorbos, y con buena luz)
- Tiempo (Innegociable, si no tienes esto, mejor posponer la operación)
- Desconecta todos los cables del ordenador (sí, todos), y abre su carcasa.
- Localiza una bahía de 3.5 pulgadas libre en donde puedas instalar la unidad.
- Coloca el disco duro en la bahía, ten cuidado de no golpearlo o de afectar la conexión de otros cables.
- Asegura su posición con los tornillos (cuatro tornillos, sin peros).
- Procede a conectar el cable de datos y el cable de tensión, según con el tipo de conector que posea el disco (Molex, SATA, o Molex convertido a SATA con un adaptador. Sólo es necesario uno, a pesar de que haya discos con ambos).
- Conecta el otro extremo del cable de datos a un puerto disponible en la placa madre.
- Asegúrate de que no haya obstrucciones en ninguno de los coolers, y de que ningún cable haya sido aflojado o se haya soltado durante la instalación del disco.
- No instales la carcasa aún: Sólo necesitas tensión, señal de vídeo y teclado para comprobar que el disco ha sido instalado correctamente. Conecta estos cables y enciende el ordenador.
- Las probabilidades de que el nuevo disco haya sido detectado automáticamente son muy altas, algo que podrás comprobar visualmente. De lo contrario, deberás ingresar al BIOS del ordenador o iniciar el sistema operativo para verificarlo (siempre y cuando el disco instalado sea secundario, si reemplaza a una única unidad, no tendrá sistema operativo). Si todo va bien, y el nuevo disco aparece en el sistema, sólo basta con apagarlo, reinstalar la carcasa y conectar el resto de los cables.
Si el nuevo disco no es detectado, deberás verificar que todas las conexiones están en orden, tanto datos como tensión. Si se trata de un disco IDE, no olvides que su posición a través del jumper debe ser la correcta. También deberás considerar cambiar de puerto en la placa madre (algo común con los puertos SATA) y de conector de tensión (si no escuchas ningún indicio de actividad proveniente del disco). Lo fundamental es que el disco duro sea detectado al inicio del ordenador, o en el interior del BIOS. Si notas que no aparece en Windows como una unidad en "Mi PC", no te preocupes: El disco ha sido detectado, pero necesita ser formateado para que tenga una letra de unidad. Si con todos estos recaudos, el disco sigue sin ser detectado, tal vez exista una falla. Estos incidentes no son frecuentes en unidades nuevas, pero no podemos negar esa posibilidad.
Dicho esto, podemos llegar a la conclusión de que los detalles más importantes a la hora de instalar un disco duro han sido cubiertos. Las épocas de luchar con misteriosas controladoras, interminables hileras de jumpers y oscuros parámetros en placas de sonido (aunque parezca mentira), han quedado atrás. Las dos herramientas principales siguen siendo la paciencia y el cuidado. Infórmate sobre tu ordenador, compra el disco con la capacidad y la interfaz que necesites, y procede a su instalación. En estos días de vídeos de alta resolución e imágenes ISO que ocupan gigabytes enteros, nunca está de más un disco duro adicional. Pero también puede haber otra necesidad, esa de la cual nadie quiere hablar por miedo a invocarla. Personalmente la he vivido varias veces… ¿y adivinen qué? Otro disco duro está haciendo ruidos extraños aquí. Será mejor vigilarlo de cerca. ¡Buena suerte!