Uno de los tantos secretos sucios que tienen los smartphones involucra a sus baterías. En general, las baterías de iones de litio son relativamente estables, pero si se dan las condiciones adecuadas, pasamos a cargar una pequeña bomba en nuestros bolsillos. A medida que aumenta el uso de litio, es necesario desarrollar baterías más seguras, pero antes… necesitamos saber cómo fallan. En ese punto es cuando interviene este reciente estudio del University College London.
La noticia se ha esparcido con una velocidad que sólo la Web puede alcanzar. Por cuestiones de seguridad, varias aerolíneas decidieron limitar o prohibir directamente el transporte comercial de baterías con tecnología de litio en sus aviones. Las pruebas más recientes, incluyendo una a cargo de la FAA estadounidense, indican que un incendio provocado por una celda inestable a bordo de un avión sería extremadamente difícil de controlar en el mejor de los casos, por lo tanto, esa simple posibilidad califica como riesgo inaceptable para los pasajeros, la tripulación, y la aeronave. Otra parte del problema es que la demanda de baterías mantiene un sólido ascenso, ya que su presencia ahora se extiende a coches eléctricos, e incluso a soluciones hogareñas como la Tesla Powerwall. Todos están de acuerdo en que debe desarrollarse un método que permita hacer baterías de iones de litio más seguras, sin embargo, el primer paso requiere ir exactamente en la dirección contraria, y hacer volar un par por los aires.
El University College London, en asociación con el Imperial College London, la ESRF y el NPL de Londres, ha llevado a cabo un estudio que permitió observar en tiempo real la falla de una batería de iones de litio expuesta a altas temperaturas. El proceso combina imágenes termográficas con rayos X, de modo tal que los investigadores lograron evaluar la situación de una celda tanto en la superficie como en el interior de la misma. La aplicación de rayos X no es nueva en este caso, pero la diferencia es que los estudios previos se hicieron post-mortem, o sea, después de que la celda explotó, y utilizando imágenes estáticas, cuando aquí podemos apreciar un vídeo.
Las baterías fueron «torturadas» con temperaturas superiores a los 250 grados Celsius. Una de ellas, fabricada con un soporte interno, logró resistir hasta los mil grados antes de que el cobre en su interior se fundiera, por lo que hablamos de un colapso térmico más controlado. Sin embargo, una batería sin ese soporte literalmente perdió su tapa superior por la explosión, esparciendo su contenido. Los expertos destacaron que es muy poco probable que una batería de iones de litio se vea sometida a condiciones tan extremas, pero son necesarias para entender tanto las fallas en sí como la dispersión y el daño teórico. En lo personal, creo es una excelente noticia. Habrá más baterías de iones de litio entre nosotros dentro de algunos años, y si existe una forma de hacerlas más seguras, bienvenida sea.