La tercera versión del Raspberry Pi es una de las más populares entre los entusiastas, pero nadie niega que sufre serios problemas térmicos. El simple hecho de instalar un pequeño disipador ayuda, sin embargo, la mejor opción es utilizar refrigeración activa. La clave está en crear el soporte adecuado para el ventilador, y eso es exactamente lo que sugiere Ofer Dekel en Microsoft Research. Las diferencias de temperatura son impresionantes.
El Raspberry Pi 3 se ha convertido por mérito propio en la pieza central de muchos proyectos DIY. Desde réplicas de consolas retro hasta servidores multimedia, el mini ordenador se adapta a casi todo lo que el usuario le pida. Aún así, el Raspberry Pi 3 no es perfecto. En él encontramos varios detalles que necesitan ser optimizados (las flechas apuntan a 2019 para su próxima versión), y uno muy crítico es el de la temperatura. Más allá de lo que diga la fundación, el SoC del Raspberry Pi 3 puede llegar a los 90 grados en el peor de los casos. El mercado respondió rápidamente con disipadores que se pegan sobre el chip y carcasas que incluyen ventiladores, pero Ofer Dekel de Microsoft Research nos entrega una solución eficiente, siempre y cuando tengamos acceso a una impresora 3D.
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El plan es crear un soporte plástico (su diseño original pertenece a Spencer Persaud) que aprovecha los agujeros originales del PCB. Eso significa que el accesorio no es exclusivo para el Raspberry Pi 3, sino que también puede ser utilizado en el Raspberry Pi 2B, y el 1B+. Dependiendo de los recursos que posea la impresora 3D, el usuario tiene la opción de imprimir una versión del soporte con patas, y otra más simple que requiere espaciadores de nylon u otro material similar. El ventilador queda instalado en ángulo, a una distancia mínima (pero suficiente) del conector para la cámara. El disipador no es obligatorio que digamos, sin embargo, se recomienda mucho su presencia, y el siguiente gráfico explica por qué.
Dekel llevó a cabo cuatro pruebas de estrés en el Raspberry Pi 3, y sus resultados son contundentes. Al no aplicar refrigeración, el SoC llegó a los 85 grados en cuestión de segundos, y activó su función de throttling para protegerse. El disipador solo también dejó mucho que desear, y con una ejecución sostenida quedó a las puertas de los 80 grados (si el Raspberry Pi 3 se instala en otra carcasa, seguramente superará esa temperatura). Por otro lado, el ventilador no tuvo problemas en conservar al ordenador por debajo de los 65 grados, y la combinación de disipador más ventilador quedó apenas por arriba de los 45. En resumen, son casi 40 grados de diferencia por menos de siete dólares en partes.