Encuentran el modo de hacerse invisible a las ondas sísmicas, permitiendo así que los edificios que utilicen este sistema queden impunes ante los peligros de un terremoto. Los científicos que han diseñado el modelo teórico que consigue esta hazaña, están seguros que se podrá llevar a la práctica en breve y que salvaran miles de vidas en las ciudades con alta actividad sísmica.
Cada cierto tiempo se produce un hallazgo que, aparte de dar gusto a la curiosidad intelectual de saber como están hechas las cosas, también proporcionan una utilidad que puede salvar infinidad de vidas. El caso que nos ocupa trata de los devastadores efectos de los terremotos, unos fenómenos de la naturaleza que barren ciudades enteras, dejando un rastro de destrucción que los convierte en enemigos temibles a los que evitar. Los científicos hace tiempo que investigan el modo de hacer las viviendas más resistentes a estos eventos catastróficos pero hasta ahora sólo se habían centrado en diseñar edificios más fuertes y con formas que resistan con mayor fuerza los ataques de los movimientos terrestres.
Los investigadores de Aix-Marseille Université (Francia) y de University of Liverpool (RU) han tomado un camino diferente y han desarrollado un modelo teórico que permitiría construir una barrera que desvíe las ondas sísmicas alrededor del edificio y que pase de largo sin dañarlo. Por decirlo de otro modo, hará “invisibles” a las construcciones frente a las ondas sísmicas provocadas por el terremoto. Pero no las detendrá, sólo las redirigirá hacia otra parte del terreno donde no haya peligro de derrumbamientos.
Esta idea se basa en el mismo principio que utilizan los procedimientos que trabajan con la invisibilidad de los materiales de última generación. Unos materiales cuya estructura micrométrica posee un tamaño similar a la longitud de las ondas del haz de ondas electromagnéticas que se desea manipular y por ese medio consiguen que las ondas rodeen el objeto y permanezca invisible a los ojos del observador. Los científicos que han ideado este proyecto, usan la misma filosofía para desviar las ondas sísmicas que, al fin y al cabo, se comportan como las demás ondas de la naturaleza.
Los terremotos liberan una enorme cantidad de energía que se transmite mediante ondas sísmicas, unas por debajo y otras por encima de la superficie terrestre. Las que cabalgan por la parte exterior son las que destruyen los edificios y esas mismas son las que nuestros científicos van a “domar” con su invento. Para desarrollar la idea se han basado en modelos computacionales, encontrando que una configuración de anillos concéntricos de plástico, cobre y otros materiales pueden desviar las ondas sísmicas de una zona central. Lo interesante es que no refleja dichas ondas, ni las absorbe. La idea es controlar la elasticidad y dureza de los materiales de los anillos. Las ondas que llegan a ellos son comprimidas en pequeñas fluctuaciones de presión y densidad. El camino del frente de ondas se transforma en un arco que dirige las ondas fuera del dispositivo y, una vez lo sobrepasan, retornan a su configuración inicial.
Es posible sintonizar el dispositivo para que desvíe ondas de diferentes frecuencias, por lo que se puede construir un dispositivo que funcione para una gama de frecuencias distinta. En las simulaciones los investigadores sometieron al sistema a ondas sísmicas con frecuencias entre 30 y 150 hercios producidas por un terremoto estándar hipotético. Los anillos, como si fueran un escudo, redirigieron las ondas desviándolas de la zona central protegida sin que ésta se viera afectada, resultando así un completo éxito el experimento.
El estudio, publicado en Physical Review Letters, sugiere que la idea está muy cerca de convertirse en realidad y podría librar a los edificios de los peligrosos seísmos que asolan la geografía mundial. Por los materiales utilizados tampoco se espera que sea muy caro así que probablemente se pueda instalar en lugares del tercer mundo y en regiones emergentes. Aún faltan por realizar los experimentos reales para validar la teoría pero este invento promete. Quizá sea el tiempo de vencer por fin a los terremotos, una de las fuerzas de la naturaleza más temidas y también más frecuentes