Tomar fotografías es una función que ha sido absorbida en gran medida por los smartphones. Obviamente, el entorno profesional puede obtener resultados muy superiores gracias a la experiencia, el entrenamiento y el equipo especializado, pero los disparos casuales ya son cosa de todos los días, y siempre quedan flotando las dudas sobre su calidad. ¿Qué hace «buena» a la cámara de un smartphone? En el vídeo que veremos a continuación descubrirás varios detalles útiles.
Al igual que sucedió en su momento con la frecuencia de los procesadores, hoy estamos en condiciones de decir que la carrera de los megapíxeles se encuentra muerta y enterrada. Los únicos responsables de mantenerla a flote por tanto tiempo fueron los fabricantes y distribuidores, adictos a números grandes y artificiales para promocionar sus productos. A modo de ejemplo, pensemos por un instante en la edición Mark II de la cámara Canon EOS 7D. Si uno estudia sus especificaciones verá que ofrece 20.2 megapíxeles de forma efectiva. ¿Por qué llega a 20.2 megapíxeles, cuando otros modelos compactos y más económicos entregan una resolución similar? La verdad es que enfrentar a la Canon EOS 7D Mark II con una «point and shoot» compacta es como comparar a un caza de combate con un avión de papel. Lo mismo sucede con las cámaras integradas a los smartphones, pero el vídeo de Marques Brownlee nos ayuda a entender mejor:
Todos los caminos conducen al sensor, su tamaño real y sus especificaciones. Los sensores de los smartphones deben respetar varios límites de espacio, y aún así casi siempre podemos encontrar una leve protuberancia alrededor de la lente. La superficie del sensor y el tamaño efectivo de sus píxeles es fundamental para establecer la diferencia entre un alto número de megapíxeles en la caja, y una respuesta superior en entornos de baja luz. Por este motivo descubrimos cámaras que responden de maravillas a la hora de tomar fotos en exteriores, y se caen a pedazos cuando la luz del sol desaparece. Esto nos lleva directamente a lo que es la apertura. En general, cuanto más grande es la apertura que puede alcanzar una lente, mayor es la cantidad de luz que deja pasar. El promedio en los smartphones suele ser de f/2.0, pero ya hay modelos con f/1.8.
Finalmente, entramos al campo de la estabilización, el flash y el post-procesamiento. La estabilización vía software solo lleva a cabo correcciones menores, y en muchos modelos es insuficiente, por lo tanto, una buena opción es buscar alternativas con estabilización óptica, siempre y cuando el presupuesto lo permita. El uso del flash es complicado en smartphones, ya que tiende a «quemar» la imagen independientemente de su tecnología (LED, xenón, etc.), y el último paso es el post-procesamiento. La imagen que presenta el smartphone «no» es la que capturó la lente. El detalle en los bordes, la saturación de los colores, la reducción de color y la «temperatura» de la imagen juegan un papel crítico sobre el resultado final. Si bien es cierto que el vídeo no recomienda ninguna lente en especial, con esta información de nuestro lado debería ser más sencillo determinar qué móvil se ajusta mejor a nuestras necesidades.