Uno de los proyectos más fascinantes y espectaculares que se han diseñado sobre el papel, va a tomar cuerpo gracias al departamento de Transportes de EEUU. Acaban de comprar los primeros 100.000 dólares de carretera solar, un invento que, si las cosas salen como promete, revolucionará el concepto energético actual hasta convertirlo en una panacea sin precedentes. Grandísima noticia.
La energía que irradia el sol hasta nuestro planeta es tan vasta que con un solo segundo de luz tendríamos asegurado el suministro mundial durante mucho tiempo. Cada año la radiación solar aporta a la Tierra la energía equivalente a varios miles de veces la cantidad de energía que consume la humanidad. Este dato no pasa desapercibido por los cientos de científicos que investigan la manera de aprovechar esa enorme cantidad de energía para nuestro beneficio. Uno de estos soñadores se llama Scott Brusaw, un ingeniero empeñado en resolver de un plumazo los problemas energéticos de su país. En un garaje de Idaho, alejado del mundanal ruido, se encuentra nuestro protagonista, dedicado en cuerpo y alma a la construcción de un ideal: la carretera solar.
Ya dimos debida cuenta de lo ambicioso del proyecto en Neoteo. Describimos con detalle las características de la futurista carretera y también cómo aprovechaba la radiación solar para convertirse en una especie de central de energía completamente descentralizada, que procuraría suministro a las ciudades estadounidenses y de paso, serviría de “asfalto” para conformar la red de carreteras públicas de todo el continente. La idea no puede ser más simple y a la vez compleja. Se trata de fabricar una carretera a base de paneles solares con un tratamiento especial que les permite resistir tanto las inclemencias del tiempo como el peso del tráfico rodado. Colocando estos convertidores solares en el 1,7% del territorio nacional sería suficiente para satisfacer la demanda energética de todo el país. Mire usted por donde, esa misma proporción es la que cubre hoy por hoy la superficie asfaltada en EEUU, calentada a diario por el sol, esperando ser recogida por alguien y convertida en beneficio humano.
Esta increíble carretera solar estaría formada por paneles solares de 30×30 cms, muy similares a los actuales pero con tres capas que son las que le permitirían realizar esta visión fantástica del creador. Una primera capa la forma un material traslúcido, rugoso y especialmente duro, diseñado para soportar el tráfico, los accidentes y hasta la más dura tormenta. Una segunda capa formada por los paneles que absorben la luz solar y la transforman en energía eléctrica, además de unos LED para escribir cualquier cosa en la carretera(líneas, mensajes, etc.) y una tercera capa de fibra óptica por donde circulan los cables de comunicación que servirían para establecer redes de datos e incluso Internet. Las carreteras dispondrán de enchufes gratuitos para recargar los coches eléctricos del futuro y, según las estimaciones del ingeniero, cada kilómetro y medio de carretera solar serviría para dar energía a 500 casas ¿Suena o no suena a música celestial?
Y aquí es donde comienza el sueño porque el Departamento de Transportes de EEUU ha decidido dar una oportunidad al proyecto y ha encargado a Brusaw el primer prototipo de panel solar con una inversión de 100.000 dólares y ha fijado una fecha, 12 febrero del 2010, para tenerlo listo. El precio medio de los paneles ronda los 5000 dólares y aunque el presupuesto total alcanzaría la suma de 4.800 millones de dólares, esa cifra no asusta a Brusaw porque una vez realizados los cálculos, se demuestra que al final costaría lo mismo que una carretera de asfalto tradicional.
Y si realizamos algunas comparaciones nos sale un resultado curioso. Por ejemplo, para el año 2010 se han aprobado 636.300 millones de dólares para gastos de defensa. Es decir, para construir el proyecto de la carretera solar al completo y sustituir todas y cada una de las carreteras americanas sólo haría falta restar un 0.75 % al presupuesto de defensa. O por poner otro dato curioso: La fuerza aérea estadounidense posee 183 aviones de última generación F-22, que cuestan la friolera de 350 millones de dólares cada uno. Pretenden comprar 198 unidades más, que si realizamos las operaciones necesarias eso arroja un resultado de casi 7.000 millones de dólares, algo menos del doble de lo que se necesita para construir las carreteras solares a lo largo de toda Norteamérica. Con dejar de comprar la mitad de esta partida de nuevas unidades (¿no tienen bastante con 183?) podrían forrar todo el país con esta carretera de ensueño.
Por no hablar de los 128.000 millones de dólares para las operaciones militares en Irak y Afganistán. Con enviar apenas un 4 % menos de tropas allí, quedaría dinero de sobra para embarcarse definitivamente en el proyecto Solar Roadways. Eso sí, no sabemos la cara que deben haber puesto los magnates del petróleo ante estos humildes pero esperanzadores 100.000 dólares iniciales que han contratado desde Transportes. A ver si le echan coraje de una vez por todas y el próximo año duplican la inversión en esta energía limpia y gratuita.