Pablo Soto, uno de los tipos más brillantes del mundo de la programación de aplicaciones de intercambio de archivos, se encuentra hoy con el juez para escuchar las acusaciones de Promusicae y la industria musical en su contra. Le piden increíble cifra de 13 millones de euros de indemnización por los supuestos perjuicios causados en las ventas de discos a causa de sus programas. Este juicio será histórico porque permitirá cerrar definitivamente la polémica sobre los sitios de intercambio de archivos.
Todos esperábamos con expectación (hasta el propio Pablo) que comenzara este juicio, que será crucial para dirimir de una vez por todas quién tiene razón en el espinoso asunto del intercambio de archivos con derechos de autor. Aunque más bien habría que decir que la razón se la han dado los jueces siempre a los acusados por intercambiar archivos. No hay un solo caso en España en donde hayan ganado de manera clara los representantes del lobby cultural y aún así se empeñan en tildar de ilegal la actividad de intercambiar archivos sin ánimo de lucro. También hay que aclarar que todos los casos ganados por los internautas han sido desde el punto de vista penal. Sin embargo, la vía civil no se ha pronunciado definitivamente aunque ya existen precedentes de que la batalla va por buen camino para los usuarios y en contra de las asociaciones de los derechos de autor. Este juicio representa el pistoletazo de salida para que la parte acusadora explore la vía civil. Y solicitan a Pablo Soto, el brillante programador que ha diseñado varias aplicaciones para el intercambio de archivos, la astronómica cantidad de 13 millones de euros para compensarles por las supuestas pérdidas que les han producido estos programas que lo único que hacen es permitir que los usuarios se copien archivos unos de otros. Para que nos entendamos, suponed que Pablo Soto es una empresa de cuchillos de Albacete y unos clientes los compran y los usan para asesinar a otros. Imaginad que llega la asociación de derechos humanos y denuncian a Pablo por haber diseñado los cuchillos y le piden una indemnización por todas las personas que han comprado sus productos, aunque los hayan usado para cortar jamón.
Soto está considerado uno de los grandes especialistas mundiales en redes de intercambio de archivos entre pares (P2P), y ha creado algunos de los softwares más originales en ese ámbito, como Omemo. También ha diseñado varios programas de intercambio de archivos que han sido utilizados por 25 millones de usuarios. No son muy conocidos porque el Emule eclipsa a todos sus competidores, pero son muy parecidos en cuanto a la filosofía de funcionamiento. Blubster, Piolet y Manolito forman la colección de pequeñas genialidades que Soto ha ofrecido al mundo de manera gratuita. Ahora la industria discográfica pretende empalarlo a base de juicio mediático y, sobre todo, tratando de generar temor a base de multa millonaria que sirva de ejemplo el resto de programadores. "Somos una empresa de nueve personas de cierto nivel, hacemos investigación, tenemos partners, clientes, proveedores, vamos a ferias, damos cursos de verano en las universidades… no somos un barco pirata ni el ejército de Pancho Villa", argumenta ofendido el experto.
A pesar de los intentos, Pablo no parece atemorizado. "El objetivo no son los 13 millones de euros (ni sumando la facturación de toda la historia de mis empresas y multiplicándola por diez llegaría a esa cifra), sino buscar un ataque a través de la prensa, que el próximo en desarrollar programas así se lo piense", aclara Soto. Explica que la industria "ha perdido muchos juicios" y que "hasta Bruselas les ha cortado el camino, porque pedían la correspondencia de las direcciones IP con nombres y apellidos".
A Pablo se le percibe ese valor que sólo exhiben los pioneros convencidos de sus ideas. No le asusta el juicio, más bien al contrario, al experto se le ve hasta ilusionado por llegar hasta el final y dejar claro de una vez por todas quién tiene razón en este asunto de los derechos de autor. Le asisten los mejores abogados de España sobre la propiedad intelectual y tecnologías de la información: David Bravo y Javier de la Cueva, que son muy conocidos por los internautas y que han ganado todos los casos a los que se han presentado y que tienen que ver con el intercambio de archivos sin ánimo de lucro, excepto en el caso InfoPSP pero simplemente porque el acusado se asustó y se declaró culpable (sin serlo) por tal de evitar una posible condena civil.
Este juicio será histórico pues marcará un antes y un después en esta historia que lleva ya demasiado tiempo de sobresaltos. Sin embargo, la sentencia definitiva no llegará pronto, pues ambos contendientes tienen la firme intención de recurrir al Tribunal Supremo si el fallo no les resulta favorable. "Llevo mucho tiempo en esto. El proceso va para largo, durará unos cuantos años, pero hay mucho de lo que hablar" dice el programador. "Hace falta llevar el debate hasta una sentencia firme que aclare todo".
Seguiremos el caso de Pablo Soto con expectación. Va camino de convertirse en un héroe nacional para los internautas y puede ser el ejemplo para otros que emprendan el camino en investigación informática que puede beneficiar a muchos ciudadanos y que no se dejan amedrentar por el lobby cultural.