A diferencia de lo que sucede en estos días, durante los años ’90 no sólo podíamos usar procesadores de tres o cuatro fabricantes diferentes en un mismo socket, sino que además teníamos la posibilidad de expandir otros elementos de un ordenador, entre los que se destacaba la memoria caché L2. Gracias a la instalación de módulos COASt (Cache On A Stick), un equipo sin L2 estaba en condiciones de recibir 256 o 512 kilobytes adicionales…
En 1996, el primer Quake nos dijo que era hora de abandonar nuestros 486. Ese mismo año, Tomb Raider y MechWarrior 2 (junto a otros juegos que recibieron parches oficiales) iniciaron la era de las aceleradoras 3D, y el propio Windows 95 ya había «retirado» a todos los 386, además de establecer un mínimo de 4 MB para la memoria RAM. Las inversiones eran dolorosas, pero valían la pena.
Procesadores, vídeo, audio, aceleradoras, RAM, disco… ¿qué más podíamos actualizar? No todos los recuerdan, pero la memoria caché L2 también era una opción. Gracias a la especificación COASt (Cache On A Stick), los fabricantes de placas base podían habilitar una vía de expansión L2 con módulos de 256 o 512 kilobytes. De hecho, algunos modelos venían sin caché L2, o peor aún, tenían chips falsos en su PCB. Rees del canal ctrl-alt-rees en YouTube instaló uno de esos módulos COASt en su Pentium 100, y decidió hacer algunas pruebas.
Cache On a Stick: Cuando la memoria caché L2 era expandible
Los benchmarks de Rees están divididos en tres fases: Sin caché L2 (técnicamente deshabilitada en el BIOS), con 256 kilobytes de L2 integrada en la placa base, y expandida a 512 kilobytes con un módulo COASt. Por lejos, los resultados más importantes surgen al pasar de 0 a 256 KB, con saltos del 17 por ciento en operaciones de memoria, y más del 50 por ciento en caché de disco. Por el lado de los juegos, Doom mejora su rendimiento entre el 11 y el 13 por ciento, mientras que Quake oscila entre el 15.5 y 16.5 por ciento a 320 x 200 píxeles.
Sin embargo, al aumentar la memoria caché L2 a 512 kilobytes con el módulo COASt, las ganancias son mínimas. Algunos benchmarks incluso muestran un comportamiento regresivo, y la mejora en el Doom no supera el 2 por ciento. La única prueba que parece aprovechar la presencia del módulo COASt es Quake, pero aún así hablamos del 3 por ciento.
Desde cierto punto de vista, esto confirma todo lo que recordábamos sobre los módulos COASt: Además de ser muy costosos y no tan universalmente compatibles, el beneficio más importante era para equipos sin caché L2. Como si eso fuera poco, el precio de la memoria SRAM se cayó a pedazos, y los fabricantes de procesadores terminaron integrando la L2 a sus chips (piensa en Pentium II/III y AMD K6-III)… pero esa es otra historia.