Una de las novelas de ciencia ficción que más me gustó leer fue “Bóvedas de Acero”, del genial Isaac Asimov. En ella se describe un futuro con enormes ciudades construidas bajo tierra, mientras que la superficie del planeta se conserva como un gran parque. Pero ¿sería viable construir una ciudad de este tipo?
Varios estudios de arquitectura están especulando con construir grandes edificios que en lugar de intentar tocar las nubes se dirijan en la dirección contraria. Algunos atribuyen esta tendencia a la colisión de los dos aviones sobre el World Trade Center. El atentado del 11/S en Nueva York ha generado un debate sobre cómo deberían ser las ciudades del futuro y rápidamente los expertos han preparando proyectos alternativos al concepto actual de ciudad. Si crecer a lo ancho prácticamente imposible y hacia arriba es peligroso, quizás la alternativa sea dirigirse hacia abajo.
Existen sesudos estudios que demuestran que las dificultades para albergar industrias y construir viviendas se multiplican por seis con el paso de los años. El suelo es cada vez más escaso, y algunas ciudades están en serios problemas. Una de las más complicadas es Tokio, una metrópoli que está al borde del colapso. Posee 26,4 millones de habitantes y es la más poblada del planeta. Quizás por eso sea que la mayoría de los proyectos para construir grandes edificios subterráneos provengan del Japón.
No solo se están empezando a diseñar los primeros modelos de edificios subterráneos sino que en algunas ciudades japonesas ya pueden verse calles en el subsuelo. Además, son los primeros en tener listo un proyecto para construir un polígono industrial bajo tierra, para despoblar grandes terrenos de la superficie. La empresa Ohbayashi planea enterrar las fábricas para evitar la contaminación y construir viviendas y parques en el lugar que hoy ocupan las chimeneas. Y no es la única empresa con planes de este tipo.
Shimizu Corp. publicó recientemente un proyecto para el aprovechamiento del subsuelo de Tokio. Se propone la construcción de amplios túneles que harían las veces de calles, a la que se conectarían galerías que se utilizarían como naves industriales. Además, el proyecto de la Shimizu contempla la posibilidad de incluir bloques de oficinas. El proyecto comenzaría con unas pocas galerías y se ampliaría modularmente a media que la demanda de espacio lo requiera.
Otra empresa nipona, la Taisei Corporation, también planea construir dentro de pocos años su primer edificio en el subsuelo. Lo que diferencia a su proyecto de los demás es que no está pensado para albergar las fábricas, si no que su construcción tendrá capacidad para que la habiten varios miles de personas. Taisei estima viable la construcción de un edificio subterráneo en el que vivan 100 mil personas, en el que se incluirían plazas hoteleras, zonas comerciales y áreas recreativas y de ocio. Una verdadera ciudad subterránea.
La gran ventaja que presentan estos proyectos es la reducción de la contaminación y la posibilidad de recuperar grandes superficies de terreno en la superficie que podrían dedicarse para la construcción de reservas o zonas de recreo.
Por supuesto, no todas son ventajas. El vivir bajo tierra requerirá de un periodo de adaptación, y seguramente mucha gente no se acostumbrara nunca a no ver el sol, pero es muy posible que los pros pesen más que los contras, y algún proyecto de los mencionados se transforme en realidad en los próximos años.