Cuando escuchamos casi a diario que grandes proyectos se ven demorados o paralizados por el factor energético, la idea de «abundancia» parece extraída de un libro de ciencia ficción. Sin embargo, eso es lo que está sucediendo en Chile. La industria solar local se expandió con una velocidad y una agresividad tal que en algunas regiones del país el precio de la electricidad cayó a cero en el primer cuatrimestre del año. Por supuesto, el principal beneficiado es el consumidor, pero los dueños de las granjas solares y los distribuidores cuentan otra historia.
Un episodio de la vieja serie seaQuest (si mal no recuerdo, es el final de la primera temporada) habla sobre una planta de energía capaz de generar electricidad para todo el mundo, gratis. Como era de esperarse, esa visión termina con un par de explosiones, pero si la trasladamos al mundo real, parece aún más absurda. ¿Energía gratuita? ¿Quién está dispuesto a regalar energía en estos días? A menos que un consumidor independiente decida instalar su propia solución solar y «cortar el cordón», no hay otra opción más que pagar. De hecho, algunos economistas que juegan a ser futurólogos (un poco más de la cuenta, porque eso lo hacen siempre) exploran un futuro en el que la energía será la nueva «moneda», reemplazando a metales y bonos. Pero está sucediendo algo muy particular en Chile. El país lleva una clara ventaja en capacidad solar instalada cuando se lo compara con sus vecinos, y su expansión fue tan grande que dio lugar a un efecto inesperado: Regalar electricidad.
El precio «spot» o «de entrega inmediata» cayó a cero en varias regiones del país durante los primeros 113 días del año hasta el mes de abril, un número que parece destinado a superar con comodidad los 192 días registrados en todo 2015. Del mismo modo en el que muchas regiones del globo vieron precios más bajos en los surtidores de combustible debido a la abrupta caída del petróleo, el hecho de que exista un exceso de producción solar en Chile sin dudas beneficia a los consumidores «minoristas», pero la situación nos obliga a leer entre líneas. El aumento inicial de la demanda vinculado a la actividad minera llevó al desarrollo de 29 granjas solares, con otras 15 en construcción. El problema es que la economía global muestra claras señales de desaceleración, y existe una saturación de cobre en el mercado. Chile es el productor y exportador número uno de de ese metal, y si la actividad minera se reduce, el exceso de capacidad solar se explica por sí solo.
De más está decirlo, los inversionistas lloran ante la idea de números rojos. De acuerdo a Rafael Mateo, jefe ejecutivo de la división energética de Acciona S.A., el crecimiento de la industria solar en Chile fue «desordenado», ya que «no puede haber tantos desarrolladores en un mismo lugar». A esto también se suma otro problema, y es la falta de infraestructura. Las dos redes principales de Chile no están conectadas entre sí, y no lo estarán por lo menos hasta el año que viene. Esto impide la existencia de un equilibrio en las tarifas, y los precios seguirán bajos o llegando a cero en algunos puntos del país, mientras que en otros pagan el monto completo. La noticia deja un sabor agridulce, si se quiere: La energía gratuita ayuda al bolsillo del consumidor, pero podría «congelar» el desarrollo solar en Chile a largo plazo.
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