Sí, sabemos que la consigna suena un poco bestia, y posiblemente lo sea. Pero entre las cosas extrañas que pululan por la red, nos encontramos con este “sistema de alta fidelidad” que nos sorprendió. Se trata, básicamente, de un tocadiscos de cartón. Eso sí, tenemos que admitir que no nos animamos a hacer ninguna prueba con nuestros venerables y queridos vinilos. Pero tal vez tú seas más valiente.
El Cardtalk no puede ser más simple. Consiste en un trozo de cartón, más o menos prolijamente cortado y plegado, con algunos agregados indispensables para cumplir su (supuesta) función: convertirse en un reproductor de discos de vinilo minimalista y ecológico.
Los “accesorios” incluyen un trozo de plástico que hace las veces de eje para que nuestro disco se mantenga más o menos en el mismo sitio a medida que lo hacemos girar, y un trozo de metal terminado en una púa, con un aspecto más que rudimentario, que se encargará de “leer” nuestro disco de vinilo.
La idea consiste en, una vez desplegado y armado el “reproductor”, hacer girar con los dedos (o con la ayuda de un lápiz) el disco, mientras que el clavo (perdón, la “cápsula fonocaptora”) recoge las vibraciones del surco del disco y las transmite a la pieza de cartón que hace las veces de altavoz.
El sistema, aseguran los fabricantes, funciona con aquellos discos que contienen mensajes hablados, y no con los que tienen música. Suponemos que esto debe relacionarse con las frecuencias (bajas) de la voz, que son más fáciles de “reproducir” para un trozo de cartón.
Una vez montado el dispositivo, debemos hacer un agujero en la etiqueta del disco, en el que insertaremos la punta de un lápiz. Moviendo el lápiz en círculos haremos girar el vinilo. Si no estamos lo suficientemente locos como para agujerar un disco que forma parte de nuestra colección desde hace décadas, podemos intentar impulsarlo con los dedos. Sospechamos que el resultado será más o menos el mismo.
¿Cómo funciona? Bien, si dejamos de lado toda la electrónica que hay dentro de un equipo de audio moderno, el principio es más o menos el mismo que el utilizado por el Cardtalk. Las vibraciones recogidas por la pieza de metal provocan movimientos en el cartón, que “empuja” el aire que tiene enfrente (y detrás) a una frecuencia igual a la que recogió en su momento la máquina que grabó el disco. Es lo mismo que hace un altavoz.
Esos movimientos de expansión y compresión del aire llegan hasta nuestros oídos, y escuchamos el mensaje. Lo interesante del Cardtalk es que no se necesita electricidad para poder oír los discos. Lo preocupante es que no parece ser un sistema especialmente recomendable para la salud de los mismos.
Por supuesto, ya no puedes ir a la tienda de la esquina y comprar un Cardtalk. Pero su extrema simplicidad hace posible que aquellos intrépidos lectores con discos apropiados (solo voces, y descartables) puedan intentar construirlo. Si aceptan el reto, nos gustaría nos comenten los resultados.
En caso de que funcione, pueden ir pensando en recomercializar estos mediaplayers ecológicos y convertirse en personas asquerosamente ricas.