La década de los ‘80 fue un verdadero descontrol en materia de fijadores para cabello y otros aerosoles. Las consecuencias de los clorofluorocarburos superaron a nuestra capacidad de respuesta, y así llevamos casi treinta años viviendo con un agujero gigantesco en la capa de ozono, ubicado sobre la Antártida. La buena noticia es que el daño puede repararse. La mala, es que tomará más de medio siglo, de acuerdo a la NASA.
Por qué estamos aquí es una pregunta que los filósofos han explorado durante cientos de años, pero desde un punto de vista físico y biológico, una de las razones está en la capa de ozono. La ausencia de esta capa provocaría que la radiación ultravioleta proveniente del Sol llegue a la superficie sin ninguna clase de filtro, un detalle que haría nuestra existencia, y la del resto de las formas de vida expuestas, bastante más complicada de lo que ya es hoy. La prohibición sobre los CFCs, compuestos químicos a los que se considera como los mayores causantes del agujero en la capa de ozono, lleva instalada más de 25 años, y aunque los expertos han detectado mejoras, hasta ahora han sido mínimas. De hecho, científicos atmosféricos estacionados en el Centro Goddard de la NASA han revelado que será necesario aguardar hasta el año 2025 para que la reducción del agujero sea aparente, y no habrá una recuperación completa antes del año 2058, aunque mencionan como promedio al año 2070.
Otro problema radica en las amplias variaciones que se están registrando sobre el agujero. Efectos climatológicos han enmascarado su tamaño real en más de una ocasión. El año pasado se vio el segundo agujero más pequeño, mientras que en 2011 fue casi tan masivo como el agujero de 2006, el más grande de todos hasta la fecha. Aún así, la presencia de cloro en la atmósfera está bajando. Se estima que para mediados de la década de 2030, los niveles estarán un 20 por ciento por debajo de los registros actuales, lo que llevará a agujeros cada vez más pequeños, e incluso podría acelerar la recuperación de la capa de ozono. De todos modos, esto nos recuerda que es necesario mantener otra clase de equilibrio con nuestro entorno, o de lo contrario, puede demorar décadas reparar el daño… siempre y cuando sea posible hacerlo.