La Alemania nazi volcó buena parte de su confianza sobre el concepto de Wunderwaffe o «armas maravillosas». La idea de un desarrollo tecnológico revolucionario que diera a la guerra un giro de 180 grados perduró hasta su final, pero el ejército alemán no dudó en aplicar la más pura fuerza bruta cuando lo creyó conveniente. Un ejemplo contundente de ello fue el llamado «Cañón Gustav», un monstruo sobre rieles que disparaba proyectiles de siete toneladas a 38 kilómetros de distancia…
Un cañón para «quebrar la línea»
La historia nos dice que en 1934, el Alto Mando del Ejército Alemán (léase «Oberkommando des Heeres» un año más tarde) solicitó a la compañía Krupp (hoy ThyssenKrupp) el diseño de un arma lo suficientemente potente como para atravesar las posiciones fortificadas de la línea Maginot. En otras palabras, querían una bestia que perforara siete metros de hormigón reforzado o un metro de armadura de acero, manteniéndose fuera del alcance de la artillería francesa.
El ingeniero de Krupp Erich Müller no tardó demasiado en realizar los cálculos: Necesitaba un cañón de 30 metros de largo y con un calibre de 80 centímetros, capaz de disparar proyectiles de siete toneladas. Un verdadero titán de acero con un peso superior a las 1.000 toneladas, que sólo podría ser movido usando rieles.
El Cañón Gustav
Su aprobación se demoró hasta principios de 1937, y Krupp logró presentar un prototipo en 1939, que cumplió sin sobresaltos con las exigencias originales. A mediados de 1940, Krupp finalizó el desarrollo del carro, y fue a principios de 1941 que el arma recibió su aceptación formal, con la presencia de Adolf Hitler. Se fabricaron dos cañones: El primero fue conocido como Cañón Gustav o Schwerer Gustav, en honor al director Gustav Krupp von Bohlen und Halbach. El segundo se llamó Dora, mismo nombre de la esposa del ingeniero.
En febrero de 1942, el Cañón Gustav comenzó su largo viaje a Crimea. El tren que lo llevaba medía un kilómetro y medio de largo, y estaba compuesto por 25 coches. El ejército alemán debió construir vías especiales a medida que Gustav avanzaba, demorando su desplazamiento por varias semanas. La primera prueba de fuego para el cañón fue el Sitio de Sebastopol.
Su construcción comenzó a principios de mayo. El trabajo que demandaba la preparación cañón era escalofriante: Dos batallones de artillería antiaérea para protegerlo, 4.000 hombres y cinco semanas sólo para colocarlo en posición de fuego, y entre 250 y 500 hombres para dispararlo. Uno de los logros más impresionantes de Gustav en combate fue la destrucción de un depósito de municiones oculto 30 metros bajo el agua, con una protección de 10 metros de hormigón.
Hacia el final del sitio, Gustav había disparado 48 proyectiles, agotando la durabilidad de su cañón (ya había disparado cerca de 250 durante sus pruebas). De allí fue trasladado a Leningrado, pero el ataque fue cancelado, y pasó todo el invierno de 1942/43 a 30 kilómetros de la ciudad.
El destino de Gustav y Dora
En el caso de Dora, el cañón fue ubicado 15 kilómetros al oeste de Stalingrado en agosto de 1942. Estaba listo para disparar en septiembre, pero la situación en aquella ciudad se deterioró rápidamente para el ejército nazi. Dora fue retirado antes de que las fuerzas soviéticas lograran rodear a los alemanes. La información disponible sugiere que jamás disparó un proyectil en combate.
Los datos sobre ambos cañones se vuelven muy escasos hasta llegar al final de la guerra. El 14 de abril de 1945, Gustav fue destruido para impedir su captura. Los restos se encontraron ocho días después en un bosque a 15 kilómetros de Auerbach. En cambio, Dora fue movido a Grafenwöhr, y destruido allí el 19 de abril. El metal de Gustav pasó a manos soviéticas, mientras que Dora quedó bajo control de tropas estadounidenses, y una parte de la versión de 52 centímetros fue localizada en la planta de Krupp en Essen.