Fríos extremos. Calores infernales. Incendios descontrolados. Inundaciones y aludes que arrasan ciudades enteras. ¿El cambio climático será peor de lo que suponíamos? El profesor Chris Field, integrante del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, cree que sí. Según sus estudios, las futuras temperaturas serán mucho más altas de lo pronosticado.
Si bien algunos científicos sostienen que el cambio climático es simplemente un mito o que al menos no se debe a la acción del hombre, otros investigadores se muestran cada vez más preocupados por la velocidad e intensidad con la que sobrevienen los cambios. Algunos de los síntomas más claros sobre esta aceleración del problema se pueden ver en los incendios forestales, como el que ha azotado a Australia en las últimas semanas. La falta de lluvias y altas temperaturas convierten los otrora verdes bosques en gigantescas piras funerarias en las que podríamos quemar algunas de nuestras teorías demasiado optimistas.
El profesor Chris Field, integrante del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC, o Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), se transformó en una personalidad conocida en todo el mundo a partir de su participación en un reporte sobre el cambio climático efectuado en 2007. Ahora ha vuelto a ocupar un espacio en los medios, lamentablemente con malas noticias. Según se desprende de sus estudios, la gravedad del calentamiento global podría ser mucho peor de lo que se había estimado un año atrás.
Field ha determinado que las temperaturas promedio a lo largo del año serán algo más elevadas que lo previsto, provocando más incendios en los bosques tropicales y acelerando el derretimiento de grandes extensiones de la tundra ártica lo que, a su vez, liberaría miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero adicionales a la atmósfera. El profesor de la Universidad de Stanford sostiene que “existe un riesgo real de que los cambios causados por las actividades humanas aceleren la liberación de dióxido de carbono en los bosques [incendiados] y desde los ecosistemas de la tundra, que han almacenado una gran cantidad de carbono durante miles de años.”
Si Chris Field está en lo cierto, podríamos estar a punto de cruzar un límite al partir del cual la liberación de CO2 a la atmósfera funcionaría en “piloto automático”. Las chapuzas del hombre simplemente habrán servido como disparador para que la naturaleza termine por sí misma de provocar un cambio catastrófico para la vida humana sobre la Tierra. “Ahora disponemos de datos que demuestran como, entre los años 2000 y 2007, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron mucho más rápidamente de lo esperado, principalmente porque los países en desarrollo, como China y la India, produjeron un enorme aumento en la generación de energía eléctrica utilizando como combustible el carbón”, agrega Field.
Este proceso de “modernización” que se está produciendo en muchos países que hace solo 10 o 20 años eran considerados “subdesarrollados”, y que utilizan centrales eléctricas basadas en la quema de carbón podrían convertir en papel pintado las antiguas predicciones sobre los efectos y velocidad del cambio climático. Obviamente, la actitud de estos países está siendo solo la gota que derrama el vaso. El grueso del problema lo constituyen los países altamente desarrollados. Por ejemplo, Estados Unidos quema, por sí solo, más petróleo que la suma de los seis países que le siguen en el ranking. De nada serviría condenar a los habitantes de la India a seguir sumidos en la pobreza por ser responsables del 2% o 3% de las emisiones que nos llevan al desastre. Los que producen el 97% restante deberían ser los primeros en reaccionar.
De todos modos ya sabemos cuál es la velocidad con la que los gobiernos reaccionan ante este tipo de estudios. No esperamos publicar mañana un artículo que diga “EE.UU. reduce a la mitad sus emisiones de CO2”, ni mucho menos. Es bastante probable que el alerta de Field se convierta en una voz más en lo que se está transformando en un debate a largo plazo sobre un problema que cada día se advierte más inmediato. Como sea, cada uno desde su lugar, debe sumar su granito de arena para disminuir su huella de carbono. Si lo hacemos, quizás nuestros hijos tengan una posibilidad real de heredar un planeta verde y que valga la pena ser vivido.