Las noticias arqueológicas últimamente nos tienen locos. Desde dinosaurios en el Medioevo hasta el descubrimiento del supuesto Jardín del Edén pasando por la mismísima entrada al Infierno en México. Que la arqueología se las trae, se las trae. Y hoy debemos anunciar el hallazgo de una calavera vampírica encontrada en Venecia, una calavera con un valor histórico que no se debe despreciar. Y no, no es de un vampiro real.
Ubiquémonos un poco: En el Siglo XVII, entre 1630 y 1631, una gran plaga azotó Venecia erradicando aproximadamente 50.000 personas. Teniendo en cuenta que la población veneciana era de 150.000, se puede considerar que la plaga no fue poca cosa. Sumergidos en la desesperación y rodeados por un profundo oscurantismo, y en vez de ponerse a estudiar qué podía haber causado semejante matanza, las autoridades decretaron que “los vampiros” eran los responsables e hicieron esto.
El cráneo de la fotografía pertenece a una mujer (porque en el Siglo XVII solo las mujeres podían ser vampiros, o vampiresas, si lo prefieres) y se considera que es la calavera vampírica más vieja jamás descubierta. Fue hallada en una tumba masiva en Venecia, junto a centenas de otras víctimas del azote. Por suerte, y dadas las evidencias, la mujer se calcula muerta cuando los Van Helsing venecianos la… mataron. Es que los vampiros se buscaban entre los muertos, donde se creía iban a estar alimentándose y se les pagaba a un grupo de valientes para que revolvieran entre los cadáveres en busca de señales de actividad zombi.
¿Y por qué culpar a los vampiros? La respuesta es muy simple: en el amontonamiento de cadáveres siempre había uno que era descubierto moviendo la boca, producto de los movimientos motores post-morten. Si a eso le sumamos que no es inusual que los fluidos corporales se escapen por nuestra boca una vez que nos morimos (y más si morimos de una plaga), et voila: ¡tienes el combo completo! Vampiros chupando sangre de los cadáveres.
Por último, estamos seguros que ardes de deseos de saber qué demonios tiene en la boca. Bueno, es un ladrillo. Porque contrario a la creencia hollywoodense, no era el corazón el que había que atravesar con una estaca, ni era una estaca lo que lo había que atravesar. La forma veneciana de matar vampiros, una que resultaba 100% efectiva, era atravesar un ladrillo por la cavidad bucal del no-muerto. Y parece que resultó, no hay noticias de que ninguno de ellos se haya vuelto a levantar.