Algunos récords necesitan reunir unas condiciones bastante extrañas para ser rotos. Y cuando hablamos del avión tripulado más pequeño del mundo, también entran en juego riesgos considerables. De acuerdo al Libro Guinness, se trata del Bumble Bee II, que realizó su primer vuelo en abril de 1988. Han pasado más de 24 años, y el Bumble Bee II no ha sido desafiado a pesar de los avances tecnológicos. ¿Será tal vez que los expertos lo consideran demasiado peligroso? Teniendo en cuenta cómo terminó, puede que tengan razón…
Más allá de las exigencias económicas y el conocimiento requerido, se necesita tener mucha determinación para fabricar un avión con el único propósito de romper un récord. Así es como nos encontramos a Robert Starr, piloto durante la Segunda Guerra, y posteriormente piloto de pruebas con más de 15 mil horas de vuelo. Starr también formó parte del equipo de diseño junto a Ray Stits del SA-2A Sky Baby, un biplano que en el año 1952 reclamó el título del avión tripulado más pequeño del mundo. Cuestiones de reconocimiento (o la falta del mismo) llevaron a Starr a desarrollar sus propios aviones. Fue en el año 1979 cuando comenzó su trabajo en el primer Bumble Bee, pero la captura del récord llegaría con el Bumble Bee II, en abril de 1988.
En el aspecto técnico, el Bumble Bee II tenía una longitud de 2,7 metros, y una envergadura de apenas 1,68 metros. Como motor contaba con un Continental C85 de 85 caballos, el mismo que se utilizaba en los viejos Cessna 140. Su velocidad máxima ascendía a unos 305 kilómetros por hora, con una velocidad de crucero de 241 kilómetros por hora. Su capacidad para almacenar combustible estaba limitada a menos de doce litros, un detalle que no le permitiría cubrir grandes distancias, pero que resultó más que adecuado para el vuelo de prueba. Lamentablemente, una falla en el motor decidió que la vida del Bumble Bee II fuera más corta de lo esperado, y la gravedad hizo el resto. Robert Starr recibió graves heridas, pero eventualmente logró una recuperación completa.
Aunque el Bumble Bee II quedó destruido, su primera versión se encuentra en el Museo Pima del Aire y el Espacio, ubicado en la ciudad de Tucson. De acuerdo a lo publicado en la página oficial del museo, el récord de Starr pertenece a la categoría de “biplanos”, un detalle que muchos entusiastas de la aviación tal vez quieran diferenciar. Estoy convencido de que con la ayuda de nuevos materiales y métodos más avanzados de construcción, el récord del Bumble Bee II podría ser superado. Al mismo tiempo, cualquiera podría preguntar “por qué hacerlo”, aunque eso también habría sido válido para el amigo Felix, y aún así todo el mundo vio su salto…