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Bujías radiactivas: Poder atómico para tu coche en los años ’40

Mejor rendimiento, chispas más fuertes, ahorro de combustible… y mucho más (?)

Bujías radiactivas

Previamente hemos hablado sobre los peores ejemplos de curanderismo atómico, o la falsa promesa de la radiactividad como cura universal para toda clase de condiciones. Sin embargo, esta mentira generalizada también se las arregló para llegar al mundo de los coches: A principios de la década de los ’40, Firestone lanzó al mercado una serie de «bujías radiactivas» con polonio en sus electrodos. Los anuncios sobre un «andar más suave» y un menor consumo de combustible no tardaron en aparecer…


Para entender el origen de estas bujías radiactivas debemos viajar al pasado unos cien años. El 24 de mayo de 1922, el inventor Grover R. Greenslade (no «Geover» como aparece en otros textos) describió en su patente (US1523013A) la posibilidad de utilizar radio, uranio, torio, actinio, polonio o «cualquier otra sustancia radiactiva» para optimizar los electrodos. Dos años más tarde, el inventor Alfred Hubbard siguió una dirección similar en su patente (US1723422A), aunque habla del radio (técnicamente «sulfito de radio y cinc») como material ideal para «ionizar el espacio» entre las terminales.


Firestone Spark Plugs: Polonio para supercargar tus bujías

Esta imagen fue tomada de eBay. Puedes tener tu propia bujía radiactiva por 80 dólares.

La gente de Firestone Tire and Rubber entra en escena mucho tiempo después, diciembre de 1939 para ser precisos, con una patente (US2254169A) asociada a John H. Dillon. Uno de los aspectos más notables de ese texto es que descarta por completo el uso del radio (demasiado costoso y peligroso), del uranio y del torio (baja efectividad), favoreciendo la aplicación del polonio (la palabra «polonium» se repite más de 60 veces en la patente).


El poder del polonio en cada chispazo… calculo que por cuatro meses y medio (Fuente: University of Toledo)

La información pierde un poco de consistencia en este punto, pero el Museo de Radiación y Radiactividad indica que la publicidad oficial para las bujías se extendió de 1940 a 1953. El único respaldo «mediático» que recibieron llegó a través de la edición «Noviembre 1941» del Science Digest, reportando que su vehículo necesitó «un 30 por ciento menos de revoluciones» para arrancar el motor.

En la práctica, lo más probable es que cualquier beneficio percibido haya estado vinculado a la propia acción de cambiar las bujías (limpias y nuevas, sin acumulación de depósitos). Como si eso fuera poco, los efectos del polonio estaban condenados desde el principio: Con una vida media de 138.3 días para su isótopo 210 (el más abundante, sobre un total de 42), el polonio se convierte en plomo-206.


Fuente: Museo de Radiación y Radiactividad


Escrito por Lisandro Pardo

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