Las revelaciones de Edward Snowden y la explosión del «spygate» provocaron conflictos diplomáticos de muy alto nivel, y uno de los más resonantes en los medios involucró a los Estados Unidos y Brasil. Sin embargo, el país latinoamericano no se quedó enredado en acusaciones y protestas, sino que anunció la instalación de un cable submarino, el cual unirá a Fortaleza con Lisboa. La pregunta es si después de todo este tiempo aún tiene sentido seguir con el proyecto.
Una carcasa de Mylar como protección principal, y una capa inicial de polietileno para protegerlo de anclas y el ocasional mordisco que le pueda dar un tiburón. Cables internos de acero que ayudan a resistir la presión del agua, y añaden la fuerza necesaria para que no se rompa mientras es colocado sobre el lecho marítimo. Una barrera de aluminio y un escudo de policarbonato representan una barrera más contra la presión, y cualquier resto de aire húmedo que haya quedado atrapado. Finalmente, un tubo metálico en el centro sirve como hogar para las fibras ópticas, protegidas con una cubierta de plástico y un gel insoluble en agua. Esta combinación de fuerza, resistencia, flexibilidad y protección da forma al cable submarino que Telebrás, compañía de telecomunicaciones del estado brasileño, y la española IslaLink instalarán para unir las ciudades de Fortaleza y Lisboa.
Son más de 5.500 kilómetros de cable submarino anunciados durante uno de los puntos máximos en el conflicto entre Estados Unidos y Brasil, causado por los programas de ciberespionaje de la NSA y sus agencias aliadas. La idea no es solamente establecer un enlace seguro entre América Latina y Europa (no interviene ninguna compañía estadounidense en el proyecto), sino más económico. Su costo estimado es de 185 millones de dólares, y si todo sale bien, debería entrar en funcionamiento el año que viene. Las tensiones diplomáticas tal vez hayan disminuido, pero el cable es uno de otros tantos proyectos con esencia «anti NSA» que podrían causar más de 35 mil millones de dólares en pérdidas a las compañías estadounidenses durante el año 2016.
Ahora, la pregunta de los 185 millones: ¿Servirá para mantener el espionaje a raya? Siendo honestos, lo más probable es que no. Todo lo que tiene que hacer la NSA es intervenir los extremos del cable (o mejor dicho, las compañías que lo administran), y el resto es historia. Otro aspecto que no se ha discutido mucho es el del costo. Google planea instalar un cable desde Fortaleza hasta Boca Raton en Florida (5.500 kilómetros en línea recta), y su precio será de apenas 60 millones de dólares. Todo parece indicar que es más barato enviar datos a Europa a través de los Estados Unidos, y esto se ve reflejado en el costo de la infraestructura. Pronto sabremos si la instalación del nuevo cable valió la pena.
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