Las armas nucleares son absolutamente terribles, sin embargo, todos los ejercicios hipotéticos que las involucran tienen un lado fascinante. En el pasado hemos explorado aspectos como los primeros pasos para sobrevivir a un ataque nuclear, o sus devastadores efectos en caso de explotar sobre una ciudad moderna. En otro de sus excelentes vídeos, la gente de Kurzgesagt propone apuntar un poco más arriba… y detonar una bomba en la Luna.
La Luna fue uno de los principales objetivos de las superpotencias durante la Guerra Fría, y más allá de la extraordinaria carrera para llegar a ella, ambas fuerzas estaban muy interesadas en su potencial militar. En 1959, el llamado «Project Horizon» del Ejército de los Estados Unidos exploró la posibilidad de instalar una base científico-militar permanente en la Luna, mientras que la Fuerza Aérea preparó un trabajo llamado «Estudio de Vuelos de Investigación Lunar», en el que se considera la posibilidad de detonaciones atómicas en las cercanías de nuestro satélite.
Así es: Bombas nucleares en la Luna. Las pruebas atmosféricas, superficiales y subterráneas se multiplicaron con el paso de los años, pero la loca idea de arrojar una bomba nuclear en la Luna nunca desapareció del todo. Eso nos lleva una vez más a Kurzgesagt, «el» canal de YouTube por excelencia para analizar ejercicios nucleares extraños.
Detonando una bomba nuclear en la Luna
La misión es directa y contundente: Una bomba de 100 megatones, equivalente a dos veces la Bomba del Zar, explota muy cerca de la superficie lunar. El vídeo incluye el proceso exacto de detonación para un dispositivo termonuclear, comenzando por la compresión del núcleo metálico radiactivo hasta cruzar su umbral de masa crítica, seguida por la segunda fase de fusión nuclear. Todo esto sucede en apenas diez milisegundos, y la bomba se transforma en uno de los objetos más calientes del Universo.
Sin embargo, el desarrollo de la explosión toma un camino muy diferente al que recordamos en las pruebas terrestres por una razón: Desde un punto de vista práctico, la Luna no tiene atmósfera. El calor y los rayos X emitidos por la gigantesca bola de fuego quemarían todo a su paso en la Tierra, pero la ausencia de oxígeno y la composición de la superficie lunar (rocas de silicato y metales reducidos a polvo por la hostilidad del espacio) cambian la configuración de la destrucción. Una leve capa superficial es vaporizada, y todo lo que quedó atrapado en la bola de fuego es convertido en vidrio.
Otro detalle fundamental es que la bomba nuclear detonada en la Luna no tiene onda de choque. Su efecto en la Tierra es devastador desde cualquier ángulo, pero en la Luna, la bola de fuego sigue creciendo. Como si eso fuera poco, la radiación ionizante emitida por la bomba no enfrenta dificultad alguna, y cualquier persona que esté lo suficientemente cerca terminará envenenada. En paralelo, cerca del 10 por ciento de la energía de la bomba es transferida a la Luna, iniciando un masivo «lunamoto».
Otra forma de «lluvia radiactiva»
Una explosión de estas características tiene la capacidad de desplazar unos 100 millones de metros cúbicos de material, y crear un cráter con un diámetro de un kilómetro. Los restos salen disparados en todas direcciones, y sin los efectos de una atmósfera que los detenga, los micro-meteoritos se transforman en una lluvia de destrucción para gran parte de nuestra infraestructura espacial.
¿Lo más perturbador? El proceso completo apenas toma unos pocos segundos. La bola de fuego se enfría y pierde intensidad rápidamente hasta desaparecer. Vista desde la Tierra, no sería más que un resplandor. En la Luna, la historia es muy diferente. Todo el material que vuelva a caer sobre su superficie será radiactivo, y lo peor de la contaminación durará cerca de un año. La única buena noticia es que no habrá cambios en la órbita de la Luna. Necesitamos mucha, pero mucha más energía para hacer eso…