El 15 de octubre de 1997, el vehículo ThrustSSC pulverizó el récord de velocidad en tierra (y la barrera del sonido) al alcanzar los 1.228 kilómetros por hora. Sin embargo, hay otra marca en el horizonte: Las mil millas. Es uno de los desafíos más grandes de ingeniería que hayamos visto, y estará concentrado en un sólo coche, el Bloodhound SSC, que entrará en acción el año que viene.
Durante décadas, el ser humano se ha preguntado cómo ir más rápido. El primer avión con propulsión a chorro (técnicamente turbojet) se creó en el año 1939, y fue una cuestión de tiempo para que alguien se diera cuenta de que era posible “quitarle las alas” a un avión y convertirlo en un vehículo terrestre de alta velocidad. Después se necesitaron varios años de negociaciones, hasta que las diferentes organizaciones llegaron a un acuerdo en la certificación de los récords futuros. Con las 407 millas por hora (655 kilómetros por hora) del Spirit of America en 1963, se ingresó a la “era moderna” del récord de velocidad en tierra… el cual ha permanecido intacto durante los últimos 16 años. El ThrustSSC se quedó con sus 1.228 kilómetros por hora “y” con la barrera del sonido. Es tiempo de cambiar eso.
El nombre del coche es Bloodhound SSC, y la intención de sus creadores no es solamente superar la marca del ThrustSSC, sino también perforar el límite de las mil millas por hora. Cuatro ruedas, siete toneladas y media de peso, 135 mil caballos de fuerza, y algunos de los desarrollos de ingeniería más avanzados que se hayan visto en un vehículo así tratarán de lograr que el Bloodhound SSC escriba su párrafo en la historia. Su piloto Andy Green, el mismo Andy Green que llevó a la gloria al ThrustSSC, nos enseña en este vídeo algunos aspectos de la construcción del Bloodhound SSC. Su cabina está hecha en una sola pieza de fibra de carbono, con siete capas externas, un “panel de abejas” de aluminio, y otras cinco capas adicionales. En total, su producción demandó más de diez mil horas de trabajo, y por lejos es la estructura más resistente jamás hecha para un deporte motorizado.
Si eso no es suficiente, las cosas se ponen aún más interesantes con sólo ver el sistema de suspensión. Es necesario recordar que el Bloodhound SSC utilizará ruedas de aluminio sólido forjado. Cada una de ellas pesa 95 kilogramos, y en su punto máximo estarán girando a diez mil revoluciones por minuto. La suspensión está formada por cuatro piezas principales de aluminio, forjadas múltiples veces para incrementar su fuerza. Partiendo de 800 kilogramos de material, la maquinaria redujo las piezas a una masa total de 40 kilogramos, que componen el corazón de la suspensión. La carga total de la suspensión delantera excede las 30 toneladas, un número que haría papilla a cualquier otro coche de competición. Finalmente, la aerodinámica del Bloodhound SSC requiere una reducción de unas 300 millas por hora (o más) en el flujo del aire para que su propulsión funcione en condiciones seguras. Esto implica que dicha reducción se haga en lo que parece ser un metro y medio de distancia, y que se instale una protección especial de acrílico ópticamente calibrado, ya que el piloto necesita ver a través de cinco centímetros de acrílico, en un ángulo muy inclinado. Se supone que el Bloodhound SSC buscará romper el récord en 2015. Y no podemos esperar a verlo.
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