Otro de esos hallazgos sencillos que constituyen un presente eficaz y no lejanas y rutilantes promesas. Pirelli tiene ya la patente de un sistema para fabricar caucho con una base de polisacáridos extraídos de las algas comunes que sustituye a un pequeño porcentaje del sílice empleado normalmente. El ruidito de las ruedas al pasar podría ser algo así como “choff, choff”.
De nuevo otro invento tan simple y tan barato que resulta difícil de asimilar por la gente de la calle. Se trata de aprovechar las cansinas algas esas que tanto nos desagradan cuando tratamos de darnos un baño en la playa. Lo ha conseguido el catedrático de ingeniería química, Félix Carrasco, en una investigación pionera en la Universidad de Gerona. La utilización de algas verdes, como sustituto del sílice amorfo usado en la fabricación de neumáticos no es ya sólo un experimento de laboratorio, en el que se haya contrastado su resistencia y propiedades, sino que la empresa italiana Pirelli, promotora de esta investigación, se ha quedado con la patente, aunque todavía no tiene prevista su comercialización. Y precisamente lo más difícil para lanzar este nuevo sistema al mercado, es que la gente no se termina de fiar que un neumático se fabrique con algas. Pero el equipo de Carrasco ha demostrado en los laboratorios Trellborg Wheell Systems de Tívoli (Italia) que el compuesto es sumamente fiable y que ha sido sometido a test de dureza, abrasión, densidad, viscosidad y tracción, dando como resultado una fiabilidad tan elevada como los componentes tradicionales.
"La paradoja es que cuando hay un nuevo proceso, aunque sea seguro y eficaz, cuesta que salga adelante porque se produce un impacto social al tener que cambiar ciertos hábitos de los consumidores", asegura el investigador. Y es que eso de “bioneumáticos que crecen en el mar” no termina de convencer a los consumidores. Carrasco confía en que Pirelli se decida a su comercialización, aunque primero cree será necesario un estudio y una campaña dirigida a informar a los potenciales clientes de las ventajas económicas y medioambientales de este tipo de biorruedas más sostenibles. Además, el coste de la materia prima se reduce prácticamente a cero, mientras que el sílice amorfo cuesta 1.06 € el kilo. Luego de recoger las algas y dejarlas secar, se reducen a un polvo muy fino de unos 200 micrómetros del que se extraen unos polisacáridos y finalmente éstos se espolvorean en el biocaucho. El alga no sustituye la totalidad del sílice pero con un porcentaje del 10 o 20 % pensamos que ya se trata de un buen ahorro en cuanto al deterioro de la naturaleza. Lo bueno de este sistema es que desde el punto de vista técnico, no necesita ninguna actualización de la cadena de producción y además conlleva una reducción del 10% de los costes de un neumático convencional. Esto lo hace muy atractivo para la empresa y seguro que Pirelli se lanza pronto a explotar esta nueva tecnología de gomas. Además de la patente, los resultados de esta investigación se han publicado en dos revistas, una de ámbito nacional, Ingeniería Química, y otra de ámbito internacional, Journal of Applied Polymer Science.