Los ejemplos históricos más firmes en el uso del condón superan los 400 años de antigüedad. Desde entonces, la tecnología ha llevado al condón a niveles de producción en masa y bajo costo impresionantes, conservando al mismo tiempo su posición como uno de los elementos más efectivos a la hora de prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Pero también hay una importante cantidad de hombres que se niegan a usarlo, argumentando que “no se siente bien” o que “resulta incómodo”. Quien planea cambiar eso es la Fundación Gates, ofreciendo cien mil dólares a quien presente el siguiente salto evolutivo en materia de desarrollo de condones.
Cualquier investigación que uno decida realizar sobre la historia del condón (léase preservativo o profiláctico, de acuerdo a la región) inevitablemente se cruzará en el camino con “De morbo gallico”, una publicación de Gabriel Falopio sobre la sífilis, o como indica el título original, “la enfermedad francesa”. A través de este documento, publicado en 1564 (dos años después de la muerte de Falopio), ha quedado establecido el ejemplo histórico verificado más antiguo sobre el uso del condón. De más está decirlo, el condón ha avanzado muchísimo desde el lino y los intestinos de cordero, para convertirse en un elemento de fácil acceso, barato, y efectivo. Sin embargo, la estructura básica de lo que llamamos “condón moderno” tiene casi cien años, con la creación del condón de látex en la década de 1920.
Y también está la resistencia a su uso. Irritación, sensibilidad (falta o exceso), pérdida de la erección o simplemente terquedad aparecen en la lista de quienes rechazan al condón actual. Se han llevado adelante varios proyectos que buscan hacer más “atractivo” su uso. Uno que recuerdo en particular es el del CSD500, un condón que incorpora una pequeña cantidad de nitroglicerina en gel que ayuda a lograr una mejor erección. Sin embargo, quien ha propuesto la creación de la “próxima generación de condones” es la Fundación Gates. La idea es que este nuevo condón preserve o eleve el placer del usuario, con el objetivo de incrementar su uso regular. Sin embargo, esto no se limita al condón en sí, ya que el proyecto también menciona cambios en el diseño de los paquetes para su distribución, y extender los beneficios del nuevo diseño a condones para mujeres.
En otras palabras, lo que busca la Fundación Gates es crear un condón tan bueno que sea preferible a no usar condón. El premio para el diseño ganador es de cien mil dólares, y la inscripción ya se encuentra abierta. Uno de los ejemplos que se menciona en el texto original es de los condones Origami, cuyo vídeo de demostración está más arriba. Mayor placer, facilidad de uso, y fundamentalmente, convencer a quienes no desean usarlo son metas complejas, pero tal vez esos cien mil dólares de la Fundación Gates sean la clave para desarrollar el condón del siglo XXI.