Nuremberg , en Alemania se ha convertido en la primer ciudad del mundo en disponer de un restaurante totalmente automatizado. En lugar de camareros, hay todo un sistema que se encarga de que puedas hacer el pedido y llevarlo a tu mesa. Pero ¿con quién vas a quejarte si hay un pelo en tu sopa?
La peor pesadilla de los sindicatos de mozos, camareras y afines se acaba de hacer realidad: ha nacido Bagger, el primer restaurante que no tiene mozos. Si estás cansado de las sugerencias del camarero de turno, o simplemente si eres un pelín antisocial y tratas e mantener el trato con tus congéneres en el mínimo indispensable, este tipo de restaurante es ideal para ti.
Una vez que has llegado a Bagger, tomas una mesa y mediante una pantalla táctil realizas tu pedido. El software es a prueba de tontos, y es prácticamente imposible que un plato llegue a tu mesa con un manjar diferente al que pediste. En lugar de tener un mozo dando vueltas a tu alrededor durante toda la comida, en Bagger la comida es enviada desde la cocina mediante un sistema de rampas, que aprovechan la fuerza de la gravedad para hacer su trabajo.
Ni siquiera a la hora del pago deberás verle la cara al mesero: el mismo monitor táctil que permite hacer el pedido se encarga del leer tu tarjeta de crédito y cobrarte. Además, una vez hecho el pedido, en todo momento el software te informa del tiempo que le falta para tener la comida en tu mesa.
La cocina de este restaurante “geek-friendly” se encuentra en la planta alta, y seguramente está llena de humanos, lejos de tu vista. El sistema de distribución de platos simplemente es un par de rieles en espiral que llegan hasta cada mesa, y por los que bajan los platos que has pedido.
Si estas pensando en copiar la idea y abrir un restaurante similar en tu ciudad, antes consulta con Michael Mack, el creador del restaurante, ya que ha patentado el sistema de rampas y puede demandarte si no lo haces.
Un restaurante sin camareros y con un sistema de pedido y entrega patentado puede llegar a transformarse en una mina de oro, al menos si los platos son buenos. Solamente la curiosidad que despierta alcanza para llenar sus mesas de clientes. Y además, tal como dice Mack, “billones de euros en costes de personal pueden salvarse gracias este sistema”.