La vida en el espacio es dura y peligrosa. Lo saben muy bien los que diseñan los protocolos de actuación en los viajes al exterior. Precisamente por eso, han enviado a un equipo de astronautas bajo el mar para que entrenen en condiciones similares a las que tendrán allá arriba. No se pueden permitir cometer errores, porque si lo hacen, sus posibilidades de supervivencia serán tan bajas como las de una gamba el día de nochebuena. NEEMO 14 será su entrenamiento vital en las profundidades marinas para evitar esos posibles fallos y resolver con eficacia los problemas que puedan surgir.
El mar puede ser tan implacable y traicionero como el espacio exterior. Por eso, la manera más barata entrenar a los encargados de pilotar las naves se encuentra bajo el agua, en unas instalaciones especiales propiedad de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y dirigidas por la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington. Hablamos del Laboratorio Submarino Acuario, un lugar que simulará el ambiente hostil que existe en una nave espacial y en cuyo interior vivirán las 4 personas elegidas para este proyecto.
Son el astronauta de la Agencia Espacial Canadiense Chris Hadfield, el astronauta de la NASA y cirujano de vuelo Thomas Marshburn, el ingeniero del proyecto de rover lunar Andrew Abercromby y Steve Chappell, un científico de investigación experimentado y acostumbrado a estas lides. La expedición número 14 de la NASA Extreme Environment Mission Operations (NEEMO por sus siglas en inglés) iniciará su inmersión el 10 de mayo y sus integrantes pasarán 14 días bajo las profundidades marinas, en cayo Largo, cerca de la costa de Florida.
Los hombres de la tripulación de NEEMO 14 tendrán que vivir en un espacio reducido, realizar salidas bajo el agua, tratando de adaptarse a esa gravedad mínima y ejercitando sus habilidades sobre unas maquetas que colocaron el año pasado y que simulan un módulo de aterrizaje, un rover y una pequeña grúa que imita un brazo robótico. Los operarios tendrán que simular actividades que se suelen hacer en las naves en órbita: recuperación de pequeñas cargas desde el módulo y el fondo del océano o la transferencia de un astronauta incapacitado del fondo del mar a la cubierta de la embarcación. También manejarán la grúa y maniobrarán los vehículos al igual que harían los exploradores en la creación de un hábitat en otro planeta. Para hacerse una idea de la seriedad del proyecto, hay que saber que la maqueta del módulo de aterrizaje es más ancha que un autobús escolar y casi tres veces más alta.
En el interior del Laboratorio Acuario también se realizarán experimentos para comprobar que todo salga bien cuando se encuentren realmente en el espacio. La tripulación llevará a cabo investigaciones en ciencias de la vida centrados en el comportamiento humano, el rendimiento y la fisiología. Además, sufrirán cortes y retrasos en las comunicaciones con el centro de control, para acostumbrarse a lo que sucedería si se encontraran en una misión a la Luna o a Marte. Pueden ser unas semanas duras, pero este entrenamiento proporcionará a los astronautas una experiencia y un conocimiento de la situación que les ayudará a ser más eficientes o incluso a escapar de una situación extrema.