Gracias a la paranoia y a la explosión de la información, durante la Guerra Fría la imaginación volaba más que los misiles y los programas que profetizaban el futuro salían en horario estelar. Uno de ellos fue el de Walter Cronkite, el presentador de noticias de la CBS, a través de un documental semanal llamado “El siglo 21”. En unos cuantos videos rescatados del olvido, hacemos un repaso de cómo veían hace más de 50 años lo que hoy ya forma parte de nuestro pasado. Así imaginaban 2001 en 1967, un documento imperdible para repensar las ideas que nos hacemos hoy de nuestro futuro.
Legendario como pocos dentro de la comunicación de aquellos años en donde tanto se anunciaban misiles a punto de explotar como nuevos muebles para la casa del futuro, todo lo que decía Walter Cronkite era palabra sagrada. El Anchor Man de la CBS protagonizaba los documentales de la CBS, en donde todos los fines de semana hacían lo que sitios como Neoteo hacen hoy; adelantaban el futuro en base a diseños del presente. Con más libertad de imaginación y menos cuestionamiento científico, el programa de la CBS se unía a la ciencia ficción de a ratos, profetizando futuros que quienes vivimos hoy encontramos risible.
Los avances tecnológicos que se proyectaban para los próximos 30 o 40 años en 1970 nunca llegaron, o por lo menos de la forma que los proponían. En aquellos programas, el estadounidense promedio tenía acceso a información y expectativas sobre casas del futuro, centros de entretenimiento en 3D, platos de comida bajo demanda, teléfonos con videoconferencia por defecto, muebles inflables, periódicos por satélite y, por supuesto, mucamas robots.
La casa y el living de 2001
El episodio de La casa del siglo 21 era particularmente interesante, ya que entendía que 2000 llegaría con caos y niveles de contaminación excesivos, producto de la alta densidad de la población. Ante esto, el ingiero Philip Johnson, entrevistado por Cronkite, insistía en que los ciudadanos podrían tener una especie de casa de campo, a la que podrían escaparse para tener todas las comodidades necesarias. Esta casa sería tan autosuficiente como una cápsula espacial. Con circulación de su propio suministro de agua y obteniendo energía a través de baterías autorecargables. El living de 2001 también era tomado en consideración, contando con televisores de pantallas gigantes en 3D y full color con estéreos, además de muebles inflables por si caían visitas inesperadas.
La oficina de 2001
Si hay cosas risibles a destacar, una de las principales es la relacionada a cómo pensaban que iba a ser la jornada laboral. En uno de los envíos de la CBS, Cronkite explica que un informe reciente del gobierno llega a la conclusión de que los estadounidenses del año 2000 tendrán una semana laboral de 30 horas y que las vacaciones serán de un mes de duración como mínimo. Risas aparte, esta era una idea bastante difundida en la época y venía desde los principios del siglo XIX, cuando grandes clásicos de la economía y la sociología insistían en que en el futuro, los humanos trabajaríamos menos debido a la eficiencia de las máquinas. Cosa que todavía seguimos esperando.
La cocina de 2001
Muchas de las ideas expresadas en este documental semanal por entregas de Cronkite requerirían el avance de las impresoras 3D. Por ejemplo, la cocina y los platos cocinados a la orden del usuario. Aquí es donde vemos lo más absurdo de las profecías, ya que más o menos proponían un chef electrónico que cocinaría todo lo que le pidiésemos. Al finalizar de comer, los platos no se lavarían, se derretirían para juntar material nuevamente y utilizarlos para crear nuevos platos en el futuro. La comida y los restos se desintegrarían también en este material reciclado del futuro. Lo extraño es que no explican cómo albergarán toda la gama de posibilidades de ingredientes, aunque tal vez nos perdimos el capítulo de “Los albergues de comida subterráneos de 2001” ¡Y yo que creía que las heladeras con Twitter eran ridículas!
La mucama de 2001
Nada de “chica que ayuda en casa” y amas de llave de carne y hueso, que los robots no están para dominarnos ni para servir de consuelo sexual a los japoneses. A los estadounidenses, Los Supersónicos les enseñaron que Robotina era una inevitable consecuencia del futuro y el documental “El siglo 21” se tomó en serio la idea, como la mayoría de los abocados a la robótica humanoide de la época. Podríamos decirlo de otra manera, pero preferimos citar la frase de este conductor tan apasionado al futuro: “Los robots están llegando. Pero no para gobernar el mundo, sino para ayudar en la casa. En el hogar de 2001, las máquinas como esta podrán ayudarle a cocinar su desayuno y también a servírselo”
Los robots hogareños servirían para “para hacer todo el trabajo rutinario de la casa, todos los trabajos poco interesantes que las amas de casa prefieren no hacer“. Machismo contextual aparte, el científico consultado (Profesor Thring), decía que “no tienen por qué parecer humanos, ya que pueden tener tres o cuatro brazos”. Es decir, menos humanoides, más prácticos y eficientes. Y nosotros aquí con nuestros mugrosos Roomba
Aunque nosotros tengamos en cuenta la experiencia medianamente fallida de aquellos programas y de medio siglo de ciencia ficción a la hora de vaticinar años venideros, la pregunta sobre el futuro está siempre presente cada vez que mostramos algún artefacto moderno, y más cuando se trata de un concepto a futuro. Así imaginaban 2001 en 1967 y nosotros nos reímos de ello, pero dentro de 40 años alguien va a leer nuestras fantasías futuristas y se va a descostillar de la risa debajo de su barbijo anti-radiación mientras acaricia a su perro mutante.