El cine clase B siempre ha sabido capitalizar el morbo humano. De hecho, si no eres un completo psicópata, las únicas imágenes de asesinatos bestiales que deberías tener en tu cabeza son las que fueron creadas por un equipo de efectos especiales, a pedido de un director. Pero el morbo, como muchas otras cosas lindas de esta vida, también genera acostumbramiento.
Quiero decir: la primera vez que ves una cabeza cercenada puede que te impresione; la décima ya seguro que no. Por eso y en un momento en donde el cine de sangre y tripas saturaba las salas con producciones que muchas veces dejaban bastante que desear, unos pioneros encontraron una excelente forma de distinguirse del resto: regalando “bolsas de vómito”.
Estas bolsas formaban parte del material promocional de la película, más que servir de utilidad alguna, y jugaban con el morbo de la gente. ¿Qué tan vomitiva puede ser una película para necesitar bolsas como estas? Pues tendrás que pagar para averiguarlo, amigo. Pura carnada.
Se solían hacer con bolsas de papel baratas, de esas que muchos usan para llevar sus almuerzos, a las que les imprimía un sello con imágenes y leyendas tales como: “¡CUIDADO! Debido a la naturaleza intensa de esta película, pueden ocurrir molestias estomacales. Use esta ‘Bolsa de Vómito’ al ver ‘When the Screaming Stops’. No reusar.”
No existe un archivo demasiado riguroso que permita especificar cuál fue la primera película en usar “bolsas de vómito” como material promocional, pero en la galería que se despliega a continuación tienes una verdadera reliquia del año 1963. ¿La última película en utilizarlas? Fácil: RAW (2016). O al menos eso citan los reportes, porque no he podido conseguir ninguna imagen de la susodicha para incluir aquí.
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