Un pariente lejano del famoso LHC ha sido inaugurado hoy en Barcelona, posicionando al país en la élite científica europea. Este acelerador de electrones permitirá investigar el comportamiento de los átomos pero también para observar proteínas y compuestos moleculares orgánicos que pueden ser utilizados en medicina. En realidad se trata de un gigantesco microscopio de rayos X que nos dejará ver partículas imposibles para cualquier otro sistema. No se trata de destruir el Universo sino de observarlo.
Con un nombre mucho mas bonito que el Gran Colisionador de Hadrones, se ha inaugurado hoy en Cerdanyola del Vallès y en el campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el sincrotrón Alba, la instalación científica más grande y compleja de España. Es un acelerador de partículas capaz de observar estructuras moleculares como si fuera un enorme microscopio. Este complejo lanzará a España a la altura de los más avanzados y promoverá la investigación de alto nivel por parte de múltiples entidades científicas, tanto públicas como privadas. Después de 20 años de diseño conceptual, 6 años de construcción y 201 millones de euros de presupuesto, arranca este colosal proyecto español. Ahora funcionan las dos terceras partes del complejo, pero la puesta en marcha completa se realizará gradualmente durante 2010. La construcción del laboratorio finalizó en diciembre, y se espera que el funcionamiento con usuarios comience en 2011.
La estructura principal del Sincrotrón Alba está formada por un anillo de enormes dimensiones. El conjunto de las instalaciones ocupa 6,5 hectáreas. La parte central es un edificio con forma de caracol, de 140 metros de diámetro, que es donde se ubica el sincrotrón. Su aspecto recuerda al de una concha enterrada en la arena, pero dentro de estas modernas instalaciones late un corazón formado por tres aceleradores , uno lineal y dos circulares. En ellos los electrones rozan la velocidad de la luz (99,999998%) hasta que emiten la llamada luz de sincrotrón –radiación de rayos X–. Se trata de una luz con una longitud de onda muy pequeña.
La luz visible no permite observar los átomos y las proteínas, ni cualquier estructura que mida menos de 300 nanómetros –un nanómetro es un millón de veces menor que un milímetro–. En cambio, la luz de sincrotrón iluminará estas partes minúsculas de la materia que el ojo humano no ve. En definitiva, no se trata de una máquina construida para hacer chocar partículas. Mas bien hablamos de un mega microscopio que será capaz de mirar y desentrañar los misterios de átomos, proteínas y moléculas para poder utilizarlas mejor.
Las utilidades del Sincrotrón Alba serán múltiples y variadas, pero entre ellas destacan el estudio de las estructuras biológicas y las proteínas, el análisis de virus y bacterias, la creación de fármacos y el diseño de nuevos materiales para la industria. Según explicó su director científico, Salvador Ferrer, el Alba «es una herramienta básica para un país industrializado, tanto como los rayos X en un hospital, los científicos lo necesitan para estar a la altura”. Tal es su utilidad que el último premio Nobel de química se basó en una investigación con luz de sincrotrón. Lo ganaron los científicos Venkatraman Ramakrishnan, Thomas A. Steitz y Ada E. Yonath por su estudio de la estructura y función del ribosoma, donde tienen lugar las últimas etapas de la síntesis de proteínas.
Sólo existen 49 sincrotrones en todo el mundo y ninguno en la parte Sur del Mediterráneo. El Alba se considera el más moderno de los existentes hoy día. La vida media de un sincrotrón llega hasta los 30 años y se espera que la máxima calidad de la luz que genere este fantástica obra de ingeniería llegue entre 2 y 4 años después de entrar en su fase rutinaria. Todos los científicos de instituciones públicas, nacionales y extranjeras, tienen acceso libre a la instalación, pero las empresas privadas que quieran utilizar el Alba deberán pagar. No dudamos que serán muchas, porque las posibilidades científicas e industriales que promete el Alba son casi infinitas.
Entre sus objetivos no se encuentran investigaciones tan épicas como las pretendidas por el Gran Colisionador de Hadrones, sin embargo, promete liberar mucha información que será básica para lograr pequeños pero importantes avances en la ciencia y la ingeniería. Bienvenido, Alba.