En una época oscura, muy alejada de los iPods y el éxito del iPhone, Apple apostaba su futuro en proyectos definitivamente extraños. Uno de ellos fue Pippin, algo así como una especie de híbrido entre consola de videojuegos y plataforma para contenido multimedia. El plan original de Apple era licenciar la tecnología a compañías interesadas, pero la combinación de un precio excesivo, un proceso de marketing espantoso y duros rivales en el mercado formó la tormenta perfecta que condenó a la Apple Pippin al fracaso.
El año era 1995. Steve Jobs planeaba su venganza como un Montgomery Burns escondido entre las sombras (bueno, eso es una exageración… ¿o tal vez no?), y Apple no la pasaba muy bien que digamos. En aquel entonces colocó la mayoría de sus fichas sobre PowerPC, tratando de contrarrestar el dominio de Microsoft y reforzar su posición. Pero también surgieron otras ideas que involucraban al entretenimiento, en especial los videojuegos y la televisión.
La historia nos dice que en el año 1993, la gente de Bandai quería lanzar al mercado una plataforma a medida enfocada en la reproducción de juegos y contenido multimedia vía CD-ROM. Bandai se acercó a Apple con su idea, y después de varios intercambios, el resultado fue la consola Pippin.
Es necesario aplicar el término «consola» de forma un poco liviana. Después de todo, se trataba de una mini-Macintosh con un chip PowerPC 603, módem integrado y la capacidad de conectarse a Internet, que al mismo tiempo ejecutaba juegos y enciclopedias, pero que también podía ser usada como terminal.
En marzo de 1995, la Apple Bandai Pippin debutó en el mercado japonés, y seis meses después hizo lo mismo en las tiendas estadounidenses. Bandai había llegado a la curiosa conclusión de que vendería 200 mil unidades en doce meses, lo que supuestamente despertaría el interés de otras compañías para licenciar a la tecnología detrás de la Pippin.
El «golpe de realidad» no tuvo piedad. Los esfuerzos de Apple para promocionar a la Pippin fueron nulos (se dice que Bandai quemó más de 90 millones de dólares para hacerse cargo del marketing), su precio en los Estados Unidos era de unos inaceptables 599 dólares, el catálogo de juegos era muy limitado (creo que el vídeo lo dice todo), y como si eso fuera poco, la PlayStation original ya había invadido el mercado.
La aventura de la Pippin terminó en 1997, con apenas 42 mil unidades vendidas por Bandai. Tan mal se hicieron las cosas, que los accesorios disponibles para la Pippin (teclados, etc.) superaban en gran número a las propias consolas. Otra compañía, Katz Media, comercializó una variante de la Apple Pippin, y hoy es muy apreciada por los coleccionistas.
Aparte el nombre no es nada llamativo.