Desde hace mucho tiempo permanece instalada la idea de que apagar a un ordenador usando el botón físico en su carcasa es algo malo. Y al igual que sucede con otras cosas en el mundo de la informática, la veracidad de esa idea depende de ciertos detalles. En resumen, nuestros sistemas son más inteligentes y robustos de lo que eran años atrás, y casi siempre buscan la forma de apagarse correctamente, pero hay ocasiones aisladas en las que un apagado forzado carga con riesgos.
Es probable que muchos de nuestros lectores recuerden esto:
Este era el clásico aviso que los sistemas Windows 9x presentaban al usuario una vez que todo estaba listo para apagar el equipo de forma segura. Eso requería presionar el botón de «Power», o en sistemas más antiguos, bajar el interruptor. En las viejas plataformas XT y AT, el botón no era otra cosa más que un corte directo de electricidad. Los cables marrón y azul traían «vivo» y «neutro» (por así decirlo) de la pared, pasaban por el interruptor y volvían a la fuente de alimentación a través de los cables blanco y negro. No había ninguna clase de «soft off», ni encendido o apagado programado (o mejor dicho, no sin usar hardware adicional). Por suerte, todo cambió con el desarrollo de los estándares ATX y ACPI, al cual recordamos muy bien por su dolorosa y frustrante implementación a medias en Windows 98.
Esa época fue la que grabó a fuego en nuestras mentes el riesgo de apagar un ordenador con el botón sin el debido proceso. Básicamente todos los discos duros quedan expuestos, ya sea con una posible pérdida general de datos (he visto particiones esfumarse en el aire), corrupción en el sector de inicio (impidiendo el arranque correcto del sistema operativo más tarde), archivos dañados, bloques huérfanos, o una combinación de estos síntomas. En el mejor de los casos no se perdía nada, y la respuesta de Windows era ejecutar una sesión de ScanDisk al comienzo para verificar la integridad del volumen… algo que todavía existe a su modo, porque el apagado forzado no se fue a ninguna parte. Al mantener presionado el botón de encendido por cuatro segundos, la orden de «poweroff» es inmediata.
Y ahí está la clave: Hoy, el botón genera una señal que equivale a un comando de apagado para el sistema operativo. Incluso es posible reprogramar dicha orden a través de las opciones de energía con la intención de indicar la suspensión o la hibernación del ordenador. Un solo toque del botón es perfectamente seguro, pero Windows advertirá sobre cualquier trabajo no guardado, o aquellos programas que por diferentes motivos impidan el apagado completo. Presionar el botón de reset o hacer el corte de cuatro segundos son los más riesgosos, aunque en la mayoría de las situaciones, el daño se puede reparar (por ejemplo, el clásico pantallazo azul unmountable_boot_volume sólo requiere una rápida sesión con chkdsk desde un disco de instalación).