Somos la generación más conectada de la historia… y al mismo tiempo, la más solitaria. La gran promesa de las redes sociales se quebró mucho tiempo atrás. Sabemos que nos hacen mal, que nos vuelven adictos a pequeños choques de dopamina, y que roban información, pero no podemos dejar de utilizarlas. Aún así, nuestros mensajes se pierden en el ruido binario, y cargan con un valor muy inferior al que imaginamos. El fotógrafo y diseñador Mike Campau refleja esto en su proyecto «Antisocial», una pequeña galería que combina escenarios reales y CGI.
A pesar de sus prácticas cuestionables, los vínculos políticos, y la reivindicación constante de prácticas tóxicas, los números de las redes sociales siguen creciendo. Después de la tormenta que azotó a Facebook, es increíble que aún tenga 2.300 millones de perfiles, pero ahí están. Varios referentes llaman a cerrar todas las cuentas… no sin una cuota de hipocresía (porque se hicieron millonarios con el desarrollo de redes sociales). Y como era de esperarse, todo lo malo recae sobre el usuario. Además de transformarlo en «el producto», lo enferman. La soledad es moneda corriente, y nuestras publicaciones se convierten en mensajes dentro de botellas que nadie realmente recoge.
El proyecto «Antisocial» de Mike Campau nos recuerda todo esto y más a través de sus imágenes. El simbolismo de los logos brillantes en estacionamientos vacíos es muy poderoso y encaja a la perfección, pero este trabajo lleva más de un año en línea, y si todavía tiene validez es porque las cosas no cambiaron nada.