Ante una emergencia médica, el protocolo dicta que los aviones comerciales deben bajar a tierra lo más rápido posible, pero hay ocasiones en las que dicha maniobra podría poner en riesgo la vida del paciente. Eso sucedió en 1995 durante un vuelo de Hong Kong a Londres, en el que una mujer de 39 años comenzó a quejarse de dolores en el pecho. Con su salud empeorando rápidamente, el cirujano ortopédico Angus Wallace no tuvo más opción que realizar una intervención en pleno vuelo…
El cirujano ortopédico escocés Angus Wallace ya era bien conocido por su trabajo junto a las autoridades de aviación del Reino Unido. Fue uno de los especialistas que atendió a varias víctimas del desastre aéreo de Kegworth en enero de 1989 (donde perdieron la vida 47 personas), y ayudó a diseñar una nueva «posición de accidente» que fue adoptada por todas las aerolíneas británicas en 1999. Pero Wallace saltó a la fama mundial por otra clase de emergencia: Operó a una paciente en el aire.
Una mujer de 39 años llamada Paula Dixon tuvo un accidente de tránsito (había caído de una motocicleta) mientras se dirigía al aeropuerto de Hong Kong. Si bien perdió su vuelo original, Dixon encontró la forma de subir al vuelo 032 de British Airways con la ruta Hong Kong – Londres. Momentos antes del despegue, Dixon comenzó a quejarse de un dolor en su antebrazo derecho. El doctor Wallace y su colega Tom Wong examinaron brevemente a la mujer, determinaron que tenía una leve fractura, estabilizaron el brazo y prometieron regresar después del despegue. Considerando esa lesión, Wallace no creyó necesario un estudio más avanzado de la paciente.
Sin embargo, la situación de Dixon era más delicada de lo que había indicado originalmente. Cuando se acercaban a los 45 minutos de vuelo, los asistentes reportaron a Wallace y Wong que la paciente no se sentía bien, con dolores en el lado izquierdo de su pecho. Un segundo examen reveló costillas rotas, y un cuadro de neumotórax, un colapso de su pulmón izquierdo debido a una perforación causada por una de las costillas, y la posterior formación de una burbuja de aire en el pecho.
El avión podría haber aterrizado en Delhi, pero Wallace advirtió que la descompresión de la cabina durante el descenso llevaba el riesgo de empeorar la condición de su paciente, e incluso matarla. La solución fue insertar un tubo en el pecho de Dixon para liberar la presión, un procedimiento relativamente sencillo en un hospital con el equipamiento adecuado, pero todo un desafío a 10.000 metros de altitud. Wallace y su colega se vieron obligados a combinar un catéter urinario disponible en el botiquín médico del avión con un gancho para la ropa (al que usaron de trócar improvisado), una botella, lidocaína como anestésico local, y cognac Courvoisier para esterilizar su «equipo».
Con Wong usando un cuchillo y un tenedor para mantener abierta la incisión, Wallace introdujo el catéter y logró liberar la presión. El procedimiento fue un éxito, y a excepción de un nuevo episodio de dolor ocho horas más tarde, Dixon llegó a salvo a Heathrow, donde fue transferida al Hospital Ashford para su completa recuperación.
Como era de esperarse, las acciones de Wallace fueron analizadas, e incluso criticadas por algunos colegas. El conflicto principal se centró en su examen inicial. Otros especialistas insistieron en que Wallace debió haber detectado la condición avanzada de su paciente, y que el avión jamás debió salir del aeropuerto. Wallace brindó más detalles: La paciente había usado la expresión «bike» para describir al vehículo del cual había caído, y el doctor asumió incorrectamente que se trataba de una bicicleta. Fue durante el vuelo que supo sobre la motocicleta, y sobre los detalles del accidente. Esto sugiere que Dixon decidió omitir ciertos datos para no perder un segundo vuelo.
Al mismo tiempo, Wallace dijo que las razones para no realizar un examen más avanzado fueron tres: La paciente no reportó problemas más allá de su antebrazo, estaba sentada en la parte trasera del avión completamente llena y con muy poco espacio disponible, y un examen completo derivado de una fractura en el antebrazo podría haber sido interpretado como «comportamiento inapropiado».
Sin embargo, la percepción del público fue mucho más positiva. La paciente declaró a ambos doctores como héroes, la propia Margaret Thatcher lo felicitó por su rápida respuesta, y el caso también sirvió para destacar los límites en el tipo y calidad de equipo disponible dentro de los kits de emergencia. Wallace incluso dijo que su operación hubiera sido imposible en una aerolínea estadounidense, cuyos kits médicos ni siquiera tienen aspirinas. El doctor continuó su carrera en el ámbito deportivo, y ayudó al mismísimo Wayne Rooney a recuperarse para el Mundial del año 2006. El doctor Wallace se retiró de la práctica a fines de 2015.
Testimonio de Wallace (PDF): Haz clic aquí
Fuente: BBC