Ya lo sé, ya lo sé, Windows 7 "esto", Windows 7 "aquello"… es algo inevitable, no solo para nosotros sino para todo sitio colega dedicado a seguir las idas y las vueltas del mundo informático. Pero el que haya creído que no estábamos siguiendo de cerca el lanzamiento de Karmic Koala, debería conocernos un poco mejor. Hace poco le dimos un vistazo a su beta para tener una mejor idea de qué encontraríamos. En el sitio de Canonical colocaron un contador para agregar un toque extra de tensión. Y ahora, un día después de su lanzamiento, repetiremos el proceso con lo que es la versión final de Ubuntu 9.10. De por sí la beta ya se había mostrado bastante sólida, pero decidimos ir un poco más allá en algunos puntos, para ver cuál es el resultado de esta nueva versión.
La versión 9.10 del sistema operativo Ubuntu, también conocida como Karmic Koala, ya se encuentra disponible. Con una precisión de relojería, la gente de Canonical cumplió sin sobresaltos con la fecha anunciada del 29 de octubre para exponer a las garras de los ansiosos usuarios una nueva instancia del sistema operativo que hasta ahora, viene cumpliendo a rajatabla con un ciclo de renovación de seis meses. Numerosas actualizaciones de software, algunos reemplazos efectivos (y otros programados), la inclusión de varios servicios y reconocibles mejoras en los tiempos de inicio y apagado son parte de Ubuntu 9.10, que sin dudas ha demostrado un avance más significativo desde la versión anterior, en comparación con las diferencias entre las versiones 9.04 y 8.10. Algunos usuarios pueden sentirse frustrados ante algunas versiones consideradas "de transición", pero lo cierto es que todos los sistemas operativos las tienen, incluso fuera de Linux. ¿Alguien puede negar que Windows Vista resultó ser un sistema operativo de transición? ¿Y qué tal Windows Millenium? Las ideas deben ser implementadas de alguna forma, aún si el resultado es deficiente. Incluso nuestros lectores, que han seguido muy de cerca la evolución de Ubuntu han expresado en varias ocasiones su disconformidad con las versiones 8.xx, pero sin ellas Ubuntu no estaría donde se encuentra ahora, o sea, en la posición del sistema operativo basado en Linux más popular del momento. Por lo que hemos visto hasta ahora, Ubuntu 9.10 parece estar en el camino correcto. Dicho eso, comencemos.
Aquellos que no hayan probado una versión de Linux por miedo a encontrarse con una instalación complicada, se han quedado sin fundamentos con el proceso de Ubuntu. Además de tardar muy poco tiempo (entre 20 y 25 minutos en nuestro sistema, no más de eso), es muy simple de llevar a cabo. Puede que la parte más complicada resulte la selección de teclado, pero en el 95 por ciento de los casos Ubuntu determina de forma correcta qué tipo de teclado va asociado a la región que se escoge durante la instalación. En lo personal debí configurar una distribución diferente porque utilizo un teclado en inglés, aunque también es posible verificar que todas las combinaciones y los símbolos especiales funcionen correctamente, como el euro y la letra ñ. A la hora de particionar el disco duro del ordenador, Ubuntu puede hacerlo de forma automática para asistir a usuarios menos experimentados, pero aquellos que realicen inicios duales en sus ordenadores ya saben que pueden modificar manualmente todo el esquema de particiones. Tal y como se confirmó con la beta, el sistema de archivos ext4 se instala por defecto en Ubuntu 9.10.
Algo con lo que quedé particularmente fascinado es con el tiempo de inicio de Ubuntu. Sin contar el tiempo que demora el clásico proceso de POST en la mayoría de los ordenadores, he sido testigo de inicios de siete u ocho segundos hasta el punto en el que se ingresa la contraseña para el usuario, y aproximadamente cuatro segundos adicionales para continuar desde allí a la "entrega" del escritorio. Lo mismo puedo decir sobre el apagado, que en el peor de los casos no demoró más de diez segundos. Lo que siempre ha sido un problema para las plataformas Windows, Ubuntu lo enfrenta con categoría. Obviamente, los tiempos de inicio y apagado tendrán variaciones de acuerdo a las capacidades del ordenador y la configuración del sistema operativo, pero con sus parámetros por defecto, Ubuntu demuestra un rendimiento formidable en este campo.
La apariencia es exactamente la misma a la que hemos visto en la beta 1. El fondo utiliza tonos basados en el marrón oscuro, naranja, amarillo y dorado, y posee una especie de pliegue en forma diagonal, junto con un efecto de texturado en su superficie. Probablemente no sea lo más original que hayamos visto, pero algunos de los fondos de pantalla adicionales que trae Ubuntu 9.10 son impresionantes, y solo es necesario uno de ellos junto con algún que otro ajuste (me gusta que la barra tenga treinta píxeles de ancho, por ejemplo) para mejorar de forma notable la apariencia general del escritorio. Por supuesto, aquellos con el procesamiento de vídeo suficiente podrán activar los efectos visuales de Ubuntu, los cuales tienen cada vez menos que envidiarle a los efectos en Windows y OS X. GNOME ha evolucionado mucho, y la versión 2.28.0 lo demuestra.
Una de las nuevas funciones que incorpora Ubuntu 9.10 es el Centro de Software, un nodo a través del cual los usuarios pueden buscar nuevo software e instalarlo, o quitar aquellos programas que no desean en el sistema. Los detalles de navegación que había mencionado en el artículo de la beta todavía se mantienen. Hay que tener cierta dosis de instinto para saber moverse dentro del Centro, ya que no hay nada similar a flechas o pestañas como se pueden ver en los navegadores web. El punto fuerte del Centro parece ser la sección de búsqueda, que con una entrada parcial revelará todos los programas que se encuentren disponibles. Por alguna razón esto me hace recordar a los métodos de búsqueda que hay en Windows, pero todos ellos comparten algún detalle o dos. El Centro ha demostrado ser muy útil a la hora de instalar software, aunque en algunos casos específicos será necesario recurrir a Synaptic, o quienes lo prefieran, a la terminal del sistema para disparar algunos "apt-get". Decidimos probar las capacidades de instalación del Centro, y agregamos a Wine para ejecutar algunas aplicaciones de Windows bajo Ubuntu. La clave es siempre obtener el mayor soporte posible, porque puede suceder que algún programa necesite un ajuste especial en Wine. El conejillo de indias en esta ocasión fue el cliente Spotify, y gracias a la documentación publicada en su sitio oficial, nos encontrábamos escuchando música con Spotify a los cinco minutos.
Se ha hablado mucho de Ubuntu One, el sistema de almacenamiento de archivos "en la nube" que ha implementado Canonical recientemente. Las cuentas gratuitas cuentan con una capacidad de almacenamiento de 2 GB, y quienes necesiten más podrán abonar una cuenta "premium" que amplía la capacidad a 50 GB. A partir del lanzamiento de Ubuntu 9.10 ya no son necesarias las invitaciones para acceder a Ubuntu One, y cualquiera puede inscribirse. Con una cuenta ya activa, fue mucho más fácil poner en funcionamiento a Ubuntu One en nuestra instalación, y se puede configurar para acceder automáticamente cada vez que el sistema se inicie (o al menos, cuando haya una conexión a Internet disponible). Debo confesar que no estoy particularmente entusiasmado con Ubuntu One. Si bien puede ser de mucha utilidad para aquellos que se encuentran en movimiento y desean sincronizar archivos entre ordenadores de escritorio y portátiles, fuera de eso, es otro simple sistema de almacenamiento en línea. Muchos usuarios han hecho algo similar con los gigabytes disponibles en sus cuentas de Gmail, y hay otros servicios como el SkyDrive de Microsoft que ofrecen más espacio de almacenamiento, manteniéndose gratis.
El otro cambio destacable en la nueva versión de Ubuntu fue, tal y como mencionamos en la beta, el reemplazo del cliente de mensajería. He tenido la posibilidad de probar la última versión de Pidgin, y no puedo encontrar algo que sea crítico como para llevar a la gente de Canonical a cambiar de clientes. La decisión "técnica" parece estar fundada en que Empathy utiliza el marco de trabajo Telepathy, además de estar mucho mejor integrado a GNOME de lo que Pidgin jamás estará. Hubo varias protestas por esta decisión, ya que muchos usuarios consideraban que Empathy no estaba "lo suficientemente maduro" como para formar parte de una versión final de Ubuntu, pero debo decir que en el tiempo que lo he probado, no he tenido ningún inconveniente. De todas formas, esto es sólo una cuestión de elecciones. Cualquier usuario puede quitar a Empathy e instalar a Pidgin, o tenerlos a los dos en el sistema.
En cuanto al resto de la legión de aplicaciones, no hubo cambios con respecto a la beta. OpenOffice, GIMP, Brasero… la lista sigue. Aquellas aplicaciones que están incorporadas Ubuntu 9.10 se encuentran en sus últimas versiones, o en un punto anterior. El caso más representativo es el de Firefox, ya que su última versión disponible es la 3.5.4, mientras que en Ubuntu utilizamos la 3.5.3. A nivel de repositorios, las cosas estaban bastante tranquilas. Tras instalar a Ubuntu no nos vimos obligados a hacer nada radical en materia de actualizaciones, y los tres o cuatro servidores que escogimos como prueba funcionaban a la perfección. Es algo común que los servidores se atasquen un poco tras una nueva versión, pero este no fue el caso. Si decides instalar Ubuntu 9.10, no deberías encontrar problemas a la hora de mantener al día los repositorios y realizar las descargas necesarias.
El único inconveniente que encontré durante la utilización de Ubuntu 9.10 fue algo que probablemente no esté relacionado con Canonical, pero que de todas formas necesita un llamado de atención. Para este análisis, decidimos utilizar a la versión de 64 bits de Ubuntu 9.10. La instalación de Adobe Flash siempre me había parecido algo extremadamente sencillo en Ubuntu, especialmente con la intervención de GDebi. Sin embargo, a la hora de descargar Adobe Flash, me encontré con la desagradable sorpresa de que "todavía" no hay una versión final de Flash 10 para Ubuntu de 64 bits. Una rápida búsqueda en Google me ayudó a acceder a una versión compatible, la cual debí instalar a través de un script. Lamentablemente, estos son los "pequeños detalles" que dificultan la adopción tanto de Ubuntu como de otros sistemas basados en Linux por parte de los usuarios. No estoy hablando de una tarjeta de red de hace cuatro años a la que hay que compilarle un controlador, sino que estoy hablando de algo tan indispensable para la navegación en Internet de hoy como Adobe Flash. No quiero entrar en la discusión sobre quién tiene la culpa, si Adobe o Canonical, pero hay un hecho que no cambia: Ubuntu debería tener una versión estable, nativa y final de Adobe 10 para sus versiones de 64 bits.
En resumen, Ubuntu 9.10 se ve muy bien. Las actualizaciones generales de software y la gran optimización en los tiempos de inicio y apagado hacen que definitivamente valgan la pena. El Centro de Software es interesante, pero sigo creyendo que todavía necesita un poco más de trabajo a nivel interfaz, especialmente si se cumple el hecho de que Canonical planea pasar a retiro a Synaptic en favor del nuevo Centro. Ubuntu One está allí, pero su utilidad dependerá exclusivamente de las necesidades de cada usuario. Empathy ha cumplido con su rol de nuevo mensajero, y se lo ve bastante sólido. Y en cuanto a lo demás, todo se encuentra en su lugar, salvo este último detalle con Flash que no parece ser algo nuevo, pero que debería tener una solución definitiva. Karmic Koala está en la jungla, sólo queda ir y descargarlo.
¡Buena suerte!