¿Necesitas algo? Amazon lo tiene. No exageramos: Ropa, partes de ordenadores, artículos de cocina, y hasta papel higiénico aparecen en su catálogo. ¿Cómo llegó a esto? Parece mentira, pero Amazon es una compañía con 27 años de actividad, y no todos fueron felices. Sin embargo, para el año 1999 ya se había transformado en una fuerza muy respetable, aún con las limitaciones tecnológicas de la época en su contra…
Jeff Bezos abandonó una carrera muy lucrativa en Wall Street como vicepresidente de D. E. Shaw & Co. para fundar Amazon el 5 de julio de 1994. Originalmente llevaba el nombre «Cadabra Inc.», pero el error que cometió un abogado al interpretarlo como «cadáver» hizo que un año más tarde se convirtiera en Amazon.
La historia nos dice que el primer libro vendido en línea por Amazon fue «Fluid Concepts and Creative Analogies: Computer Models of the Fundamental Mechanisms of Thought» de Douglas Hofstadter en julio de 1995, y su presentación en sociedad se llevó a cabo tres meses más tarde. La oferta pública inicial de Amazon fue el 15 de mayo de 1997, ingresando al NASDAQ con su actual leyenda AMZN. En aquel entonces, una simple acción de Amazon valía 18 dólares. Y en 1999, trabajaba así:
Lo primero que nos llama la atención es el escritorio de Jeff Bezos, el cual se ha convertido en una especie de leyenda con el paso de los años. Efectivamente se trata de una puerta con patas hechas en madera de 4 por 4 pulgadas, y ante la burla del periodista, Bezos dijo que es un símbolo para recordar que «el dinero se gasta en cosas que le importan a los clientes».
Algunas de las personas que trabajaron allí no tienen buenos recuerdos de esos escritorios, y resultaron ser mucho más caros de lo que todos imaginan, pero la idea de «frugalidad» había sido instalada con éxito. En 1999, Amazon.com ya estaba a la par de compañías como Texaco, con una capitalización de 30 mil millones de dólares.
Hoy, esos 18 dólares por acción de 1997 se transformaron en 3450 dólares. Amazon es una bestia de 560 mil millones de dólares, invierte en franquicias con una popularidad extraordinaria («El Señor de los Anillos» es el ejemplo más reciente), y prepara un desembarco mucho más amplio en América Latina. Pero como dicen al otro lado del charco, no puedes hacer un omelet sin romper un par de huevos. Sus extrañas maniobras de «optimización tributaria» y las condiciones en las que trabajan sus empleados aparecen al tope de los reclamos, dejando en claro que el gigante de Seattle no ofrece ningún paraíso.