La idea de deconstruir a un teclado para diseñarlo otra vez desde cero no es precisamente nueva que digamos. En el pasado nos hemos cruzado con productos muy llamativos, comenzando por los teclados Maltron (muy útiles para personas discapacitadas), el DataHand, o el KeyMouse que vimos a principios de 2015. Pero la gente de AlphaGrip decidió en su momento (2006, para ser más precisos) llevar sus modificaciones al extremo, y el resultado fue el iGrip, un híbrido entre teclado, trackball y gamepad que trata de hacer todo a la vez… y no parece acertar en nada.
¿Cuántas veces nos ha sucedido que vemos un producto, nuestra mente grita «lo necesito», y a los seis meses se encuentra en un rincón juntando polvo? En lo personal he vivido eso con gamepads (algunos juegos simplemente requieren un control así), un par de ratones, y varios teclados que resultaron ser horribles, en especial a la hora de trabajar. Encontrar los periféricos correctos es una tarea compleja que demanda mucha «prueba y error», y como era de esperarse, nunca faltan esas compañías que buscan un lugar en nuestros escritorios con accesorios «revolucionarios». Una de esas compañías es AlphaGrip, y lo que hizo… fue esto:
Su nombre es iGrip, también conocido como AG-5. Aparentemente, el iGrip pasó por cinco revisiones antes de llegar a su forma final, y la sensación es que tal vez necesitaba cinco o seis revisiones más. A simple vista se trata de un gamepad, pero en realidad es un híbrido entre teclado QWERTY y trackball que podía funcionar como mando una vez configurado correctamente. De acuerdo con el fabricante, cada usuario sólo debía invertir entre 30 y 60 horas de su tiempo para adaptarse al iGrip, lo que le permitiría alcanzar un rendimiento de 50 palabras por minuto. El iGrip posee tres niveles de Shift (puntuación, números y letras), y duplica los botones a cada lado… o sea, seis teclas marcadas como Shift en el dispositivo.
La apariencia del iGrip es aún más extraña en la parte trasera, donde concentra el resto de sus «teclas». El puerto USB tipo B es el que conecta al dispositivo con el ordenador, y el otro USB sirve de expansión para enlazar pendrives, teléfonos móviles… o teclados y ratones de verdad. Otra limitación evidente es que no posee un scroll dedicado, aunque es posible reproducir su función presionando el Shift verde de la derecha, y las teclas C y L de la izquierda (arriba y abajo). Con el suficiente entrenamiento, un usuario puede escribir en casi cualquier dispositivo, pero el aspecto mutante del iGrip y su precio inicial de 99 dólares no le dieron mucho espacio para respirar. Las demos de escritura mientras su creador corre en una caminadora no ayudaron tampoco…