Aquello que fue toda una pesadilla para muchos estudiantes en la escuela primaria, se ha convertido ahora en la herramienta principal dentro de un proceso que puede aumentar drásticamente el ancho de banda disponible en nuestras conexiones inalámbricas. Actualmente, debemos llegar a un molesto acuerdo con la pérdida de paquetes si queremos permanecer en línea, pero este nuevo desarrollo en el que participaron MIT, Caltech, y las universidades de Harvard, Porto y la Técnica de Munich, sólo se necesitará una ecuación algebraica para eludir ese inconveniente y aumentar el ancho de banda de una conexión WiFi en más de diez veces.
“¿Por qué mi ordenador funciona mal?” es una de esas preguntas que puede arrojar en un laberinto de perdición a cualquiera que intente responder, pero otra que ha ganado un estatus similar en los últimos tiempos es “¿por qué mi WiFi apesta?”. Desde detalles de configuración hasta incompatibilidad de hardware, pasando por problemas de ubicación y la siempre presente congestión de canales (cortesía de la enorme popularidad que tienen hoy los routers inalámbricos), estas son algunas de las posibilidades a considerar. Sin embargo, un equipo bajo el mando de la profesora Muriel Médard del MIT, ha trabajado junto a otros investigadores estacionados en Caltech, la Universidad Técnica de Munich, la Universidad de Porto y la Universidad de Harvard, para combatir a otro factor que suele pasar desapercibido hasta que se lo contempla en todo su esplendor: La pérdida de paquetes.
Para visualizar la pérdida de paquetes, una opción no tan técnica sería pensar en Lemmings. Si no hay inconvenientes en la ruta, los Lemmings pueden ir del punto A al punto B en un tiempo razonable. Sin embargo, cuando un Lemming se “pierde”, se envía a otro para cubrirlo, y está obligado a recorrer toda la ruta desde el comienzo. Ahora, multiplica ese efecto por la gigantesca cantidad de paquetes que se envían, reciben y pierden en una conexión inalámbrica, y comprenderás de inmediato por qué es un problema. Gracias a una nueva técnica, el reenvío de cada paquete individual es reemplazado por información adicional en una ecuación algebraica correspondiente a un grupo de paquetes. De esta manera, si uno de los paquetes de dicho grupo se pierde en el camino, el receptor sólo debe resolver la ecuación para “reconstruir” el paquete faltante. Aunque existe cierta carga de procesamiento adicional al resolver la ecuación, prácticamente no afecta a los recursos del hardware.
Las pruebas realizadas por el equipo de Médard son contundentes. Bajo las redes WiFi del MIT, donde la pérdida de paquetes es cercana al dos por ciento, un ancho de banda de un megabit por segundo dio un salto a unos nada despreciables 16 megabits por segundo. En un entorno aún más complejo como es un tren en movimiento (5 por ciento de pérdida), unos dolorosos 0,5 megabits por segundo se convirtieron en 13,5. El nuevo método poco puede hacer bajo conexiones que no tienen pérdida de paquetes, pero esa condición suele ser más una excepción que la regla, por lo tanto, casi toda red IP puede verse beneficiada. Se espera que la tecnología sea desplegada en los próximos dos o tres años, pero no hay más detalles al respecto. Varias empresas han abonado las licencias correspondientes, y en todos los casos reinan los acuerdos de confidencialidad.