La historia del Airlander 10 es muy particular: Nació como un proyecto exclusivo para el ejército estadounidense, pero tras el recorte general de presupuesto en 2013, su fabricante Hybrid Air Vehicles logró recuperar al prototipo a cambio de «monedas». La aeronave híbrida fue reensamblada, reacondicionada, y puesta en escena una vez más. Su primer vuelo oficial como vehículo civil se llevó a cabo un par de días atrás, y si todo sale bien para el fabricante, podría haber cien unidades listas en los próximos cinco años.
Hagamos un pequeño viaje en el tiempo hacia junio del año 2010. En esa época, el ejército estadounidense (específicamente, su división SMDC) y Northrop Grumman firmaron un acuerdo para llevar adelante el proyecto LEMV, siglas pertenecientes a «Long Endurance Multi-intelligence Vehicle». En esencia, el ejército quería un dirigible capaz de operar a una altitud de seis kilómetros (y mantenerse allí por varios días), con un radio de acción de tres mil kilómetros, reutilizable, compatible con operaciones geoestacionarias, e independiente de cualquier pista de aterrizaje tradicional. Frente a esos requerimientos, el proyecto se volcó en favor de la plataforma HAV304 creada por Hybrid Air Vehicles (uno de los fabricantes por contrato de Northrop Grumman), y su primer vuelo como prototipo del proyecto LEMV fue en agosto de 2012. Sin embargo… en 2013 el gobierno estadounidense decidió reducir gastos con la delicadeza de una motosierra, y el LEMV cayó dentro del corte. En ese punto ya se habían invertido casi 300 millones de dólares, y como la razón principal de la interrupción era económica, Hybrid Air Vehicles ofreció comprar el prototipo para recuperarlo. El Pentágono autorizó la venta por unos módicos 301 mil dólares, y tres años después, el HAV304 regresa a los cielos bajo el nombre Airlander 10.
La compañía lo describe como «un vehículo híbrido», ya que combina tecnología proveniente de dirigibles, aviones, y helicópteros. Con una longitud de 92 metros, el Airlander 10 es la aeronave más grande del mundo en actividad, superando incluso al impresionante Antonov An-225. Sus especificaciones técnicas describen a cuatro motores diesel V8 turbocargados, que habilitan una velocidad crucero de 148 kilómetros por ahora. Su altitud máxima es de 4.880 metros, y transporta hasta diez toneladas de carga. Si los dioses de la conversión no me fallan, el Airlander 10 necesita casi 37 mil metros cúbicos de helio para permanecer en el aire (o sea que no arderá como una cerilla gigantesca al estilo Hindenburg), lo que puede hacer durante cinco días, siempre y cuando esté tripulado.
De los 300 millones originales, Hybrid Air Vehicles recibió 100 millones para construir al Airlander 10, lo recuperó con el 0.3 por ciento del costo original, y ahora piensa que podría haber cien aeronaves iguales dentro de los próximos cinco años, a un precio de 29 millones de euros por cabeza. ¿Quién pagaría eso? Aunque parezca mentira, otras fuerzas militares. El objetivo original del Airlander 10 era inteligencia, vigilancia, y rastreo de movimientos en tierra, pero al ser tan grande, también sirve con un método muy efectivo de disuasión, un «Gran Hermano militar entre las nubes», si se puede llamarlo así. Quien desee derribar uno necesitaría un sistema tierra-aire bastante avanzado o desplegar cazas, porque a 4.000 metros de altura los rifles no son una opción, y su casco de tres capas, que incluye una hecha de Vectran, es muy resistente.