Problema clásico: El estéreo del coche sólo tiene entrada para cassettes, no posee conectores auxiliares de audio, y reemplazarlo cuesta una fortuna. Solución clásica: ¡Un adaptador! Así es, lo que en su momento parecía imposible, encontró un atajo excelente en la forma del adaptador de cassette, que sirvió como puente entre el reproductor de cinta y cualquier dispositivo con salida de audio estándar, sea CD, Minidisc o MP3. Para conocer sus orígenes, hay que viajar a la década de los ’80…
¿Cuántas cintas fueron devoradas por los reproductores de cassette en los coches? Dicho incidente era tan frecuente que incluso llegó a las películas, con detectives o policías tratando de escuchar una conversación grabada, sólo para descubrir que la cinta terminó destruida.
A mediados de los ’80, el mundo estaba listo para dejar atrás los caprichos del cassette, especialmente tras el lanzamiento del primer Sony Discman en 1984. Por supuesto, el Discman y sus primeros clones no eran perfectos debido a los «saltos» en la reproducción, pero eso no detuvo a los usuarios. El reproductor de cassette en los coches ahora tenía un rival casi imbatible…
… sin embargo, sucedió algo fabuloso: Comenzaron a trabajar juntos. Eso fue posible gracias a la intervención del adaptador de cassette, patentado por el ingeniero Larry Schotz y la Recoton Corporation en 1986, apenas dos años después del Discman. En términos relajados, un conductor eléctrico es acoplado a un conector compatible con las salidas de 3.5 milímetros de los dispositivos de audio tradicionales.
Al presionar Play en el dispositivo y en en el reproductor de cassette, las señales de audio son enviadas directamente al cabezal del reproductor, sin detectar la diferencia entre adaptador y cinta magnética. Además, el adaptador posee un mecanismo que imita el movimiento del cassette dentro del reproductor, casi garantizando su compatibilidad. Digo «casi» porque algunos reproductores con «auto-reverse» tenían problemas, y otros eyectaban al adaptador.
Al ser más económico y más fácil de usar, el adaptador de cassette explotó en popularidad, hasta que los fabricantes de coches reconocieron la necesidad de agregar reproductores de CD a los sistemas de audio. Aquellas unidades que sólo podían captar radio encontraron una solución viable en los adaptadores FM. Al conectar un reproductor de CD o MP3, esos adaptadores «emulan» una estación de radio FM, y el usuario sólo debe sintonizar esa estación para escuchar la música.
Hoy, los sistemas de audio poseen entradas auxiliares, puertos USB, ranuras de tarjetas y compatibilidad Bluetooth, aceptando música de cualquier fuente. En cuanto al adaptador de cassette en sí, ya existen versiones con Bluetooth integrado que eliminan el cable y el plug, ideales para sumar soporte inalámbrico a equipos que no lo tienen.
Fuente: VICE