El misterio terminó. No más fantasmas, telekinesis, horóscopos ni dioses. La ciencia vuelve a sorprendernos y a quitarle gracia a este mundo. Vamos, no puedes resistirte a leer el amarillista, exagerado y trolleante To Bit de hoy. ¿A qué esperas?
No es novedad que la gente sigue creyendo en los fenómenos paranormales. Susan Blackmore es una especialista en el tema y ha publicado y compilado diversos estudios que muestran los mecanismos por los cuales mucha gente no puede evitar creer en lo inexistente.
Los estudios predicen que realizamos una sobreestimación probabilística inconsciente de los eventos que se producen a nuestro alrededor. ¿Qué significa esto? Los casos modelo son los de las creencias de todo tipo, desde las religiosas hasta las “coincidencias” que se producen ante los pitonisos y adivinadores de todo el mundo (tarot, runas, borra del café, bolas de cristal y demás): el “psíquico” le dice al cliente diversos hechos relacionados con su vida (la del cliente), y el cliente los juzga mucho más precisos que el azar.
Pero la evidencia empírica muestra aún más: también subestimamos las probabilidades de que lo que es cierto para nosotros, también lo es para los demás, generando un círculo creciente de credibilidad.
El estudio “definitivo” en este sentido, coordinado por Blackmore, se titula Probability Misjudgement and Belief in the Paranormal, y se publicó en el British Journal of Psychology, 88, (pp. 683-689, 1997). El trabajo fue parte de la Semana de la Ciencia y Tecnología Británica, en el año 1994, y se llevó a cabo por medio de la publicación de un artículo en el Daily Telegraph, un periódico británico.
La nota del Telegraph tenía dos partes. La primera realizaba 10 afirmaciones (recordemos que se trata de información asociada a residentes británicos de mediados de la década de 1990):
- En mi familia hay alguien llamado Jack.
- Tengo una lastimadura en mi rodilla izquierda.
- Anoche soñé con alguien que hace muchos años que no veo.
- Viajo habitualmente en un coche blanco.
- Una vez me rompí un brazo.
- En este momento me está doliendo la espalda.
- Tengo dos hermanos.
- Tengo un CD/cassette de “Música acuática” de Händel.
- Tengo un gato.
- El año pasado estuve en Francia.
En la segunda parte de la nota se hacían dos preguntas:
- Suponga que le realiza estas diez preguntas a la primera persona que cruza en la calle. ¿Cuántas respuestas “Verdadero” cree que obtendría?
- ¿Cree usted en la percepción extrasensorial?
Se recibió un total de 6238 respuestas. En promedio, más del 25% de las respuestas fueron positivas. Este valor puede parecer alto, pero de hecho se trata de valores esperables desde el punto de vista probabilístico. Por ejemplo, ¿qué porcentaje crees que contestó “sí” a la pregunta de la lastimadura en la rodilla? ¡El 34% de la gente! Más de un tercio. ¿Y cuántos tenían la “Música Acuática” en su casa? El 30%. Y el 27% habían estado en Francia el año anterior. Y el 22% tienen a un Jack en su familia. Primera cuestión: las “casualidades” se dan con mucha más frecuencia de lo que creemos.
Al mismo tiempo, ante la segunda pregunta, la gente estimaba que las respuestas verdaderas serían verdad en aproximadamente un 36% de los casos. Segunda cuestión: creemos que los índices de aciertos son más altos que lo que son en verdad.
Pero hay más: el otro resultado sorprendente es que los “creyentes” respondieron afirmativamente en muchos más casos que los “no creyentes”. Se han propuesto varias hipótesis como explicación a esto. Por ejemplo, puede ser que los “creyentes” lleven un estilo de vida diferente (por caso, que sea más alto el promedio de quienes tienen un gato en su casa). Pero la respuesta está en cómo interpretamos cada afirmación. Tercera cuestión: citemos un párrafo del propio estudio:
“Varias preguntas fueron redactadas deliberadamente en forma vaga para que sean lo más parecidas posible a las afirmaciones poco específicas realizadas por los síquicos. Los creyentes suelen echar mano de categorías más inclusivas cuando responden las preguntas. (…) Por ejemplo, que más de ellos hayan respondido afirmativamente a la pregunta de si tienen un Jack en la familia se explica por el hecho de que hayan incluido a parientes muy lejanos en la categoría de ‘familiar’“.
Conclusión: Dios no existe.
¿Tú qué crees?
¡Hasta el próximo To Bit!
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