La nanotecnología sigue ganando terreno, y cada vez más objetos cotidianos se ven beneficiados de una u otra manera con ella. Ahora le ha tocado el turno al papel, que gracias a las denominadas nanofibras puede hacerse tan fuerte que podría reemplazar en muchas aplicaciones a los plásticos.
Lejos de desaparecer, tal como muchos pseudoexpertos vaticinaban hace una o dos décadas, el consumo de papel se afianza día a día. Ni siquiera los diarios, que pueden leerse en su mayor parte gratuitamente en Internet dejan de publicarse en el viejo y querido papel.
Y quizás pueda cobrar aún más protagonismo. Es que un grupo de investigadores del Royal Institute of Technology de Estocolmo han encontrado la forma de fabricar un papel muchísimo más resistente que el tradicional, gracias a la nanotecnología.
Durante el proceso de fabricación del papel, cuando aún es una pulpa formada por la celulosa extraída de (ups!) miles de árboles triturados a tal efecto, se agregan nanofibras de carboxymetanol que le confieren características únicas.
Los expertos aseguran que la resistencia se ve incrementada de tal manera, que tranquilamente podríamos reemplazar los miles de millones de bolsas plásticas que utilizamos para los desperdicios o las compras en los almacenes por equivalentes de papel. Si una hoja de papel normal tiene una resistencia a la tracción de 30 megapascales, el papel modificado soporta hasta 214 megapascales.
El reemplazo del plástico en este tipo de aplicaciones podría ser positivo desde el punto de vista de la biodegradación que posee el papel, y del menor uso de petróleo. Por supuesto, en el otro plato de la balanza se deben colocar los millones de árboles adicionales que habría que talar para fabricar todas esas toneladas de papel.