Una tarjeta de memoria promedio vale unos pocos euros en estos días. El almacenamiento portátil alcanzó un costo con el que sólo podíamos soñar una década atrás, y una buena parte de su caída se debe a las constantes mejoras en su método de manufactura. Eso instala la pregunta: ¿Cómo se fabrican las tarjetas de memoria? Gracias a un clásico como How It’s Made, hoy conocemos la respuesta…
Desde ordenadores y smartphones hasta marcos digitales y lectores electrónicos, pasando por tablets, cámaras ocultas, equipos de audio, y mucho más. Si nuestro plan es almacenar datos en un dispositivo, es casi seguro que posea una ranura para tarjetas de memoria. Las tarjetas SD y los pendrives ya no son accesorios mágicos e imposibles de alcanzar. Dependiendo de la marca, una tarjeta SD de 32 GB suele promediar los 7 euros, confirmando así su amplia disponibilidad. Sin embargo, no llegamos a esta situación de casualidad, y el primer paso para entenderlo es saber cómo se fabrican las tarjetas de memoria.
Aprendiendo cómo se fabrican las tarjetas de memoria
Todo comienza con una oblea de silicio, procesada en un entorno mil veces más limpio que un quirófano. La oblea es sometida a más de 800 operaciones, incluyendo la adición de materiales como dióxido de silicio, cobre, y un fluido especial sensible a la luz. El bombardeo de luz ultravioleta en las partes expuestas del fluido provocan una reacción química que fijan el material en la parte inferior, sobre el patrón de los circuitos.
Una serie de baños químicos secundarios se encargan de eliminar el exceso de fluido y material, dejando sólo los circuitos útiles, con conexiones que son hasta 2.000 veces más delgadas que un cabello humano. Un robot comprueba el funcionamiento de cada chip, pero no debemos olvidar que son cientos sobre una oblea de 12 pulgadas. La oblea pierde dos tercios del silicio (que es retirado de la parte posterior), y antes de la separación definitiva de los chips, recibe una capa de cinta para mantenerlos unidos.
Un disco de precisión controlado por ordenador realiza el corte de los chips, y un brazo robótico los retira siguiendo el patrón generado en la fase de prueba. Cada uno de los chips aprobados es montado en un marco de fibra de vidrio, y otro robot realiza las conexiones necesarias usando un hilo de oro. Los chips son sellados en plástico, y pasan a la fase de ensamblaje. Una estación presiona ambas tapas de la carcasa, y otra pega la etiqueta. Las tarjetas terminadas pasan por una prueba electrónica adicional, y una inspección visual final antes de llegar a sus paquetes.
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