El residuo nuclear es un problema que la humanidad deberá solucionar de un modo u otro. En comparación con otros tipos de desechos, su volumen no es tan grande, pero su riesgo extremo demanda parámetros de almacenamiento que no son nada sencillos de alcanzar. Uno de los proyectos más avanzados para el depósito de desperdicio nuclear a largo plazo es el de Onkalo, cerca de las centrales de Olkiluoto en Finlandia. La idea es que el material agotado de las plantas permanezca allí durante 100.000 años, aprovechando la estabilidad geológica de la región.
El mes pasado pudimos observar de cerca las consecuencias de los accidentes nucleares más grandes de la historia. Por un lado tenemos al Sarcófago de Chernóbil, una impresionante estructura con 110 metros de alto que además de aislar al material radiactivo, también debe contener a la vieja estructura de protección. Un proyecto impresionante por donde se lo mire, el cual necesitará resistir por muchos, muchos años. Por el otro, el abandono de las regiones cercanas a las plantas de Fukushima. La zona oficial de exclusión posee un radio de 20 kilómetros, y todo quedó allí, congelado en el tiempo. Las autoridades siguen luchando para limpiar el desastre y limitar sus efectos.
Pero esos fueron accidentes. ¿Qué pasa con las centrales nucleares que funcionan hoy? ¿Dónde termina todo el desperdicio que generan? Por ahora, se limitan al almacenamiento local. No existe ningún repositorio geológico de residuo nuclear en el mundo. Uno de los ejemplos más mediáticos es el de Yucca Mountain en los Estados Unidos, pero está ahogado en una guerra política de la que probablemente jamás salga. En la otra acera, tenemos el caso de Finlandia.
El repositorio nuclear de Onkalo está siendo construido por la compañía Posiva cerca de las plantas nucleares de Olkiluoto, en la costa occidental del país. Los túneles de acceso bajan y se extienden hasta los 450 metros de profundidad, perforando una región que se ha mantenido geológicamente estable por los últimos dos mil millones de años. El desperdicio será colocado en frascos gigantes de hierro y cobre, que a su vez terminarán ubicados en los túneles de depósito, y rodeados con arcilla de bentonita con baja conductividad hidráulica. En otras palabras, el agua no atraviesa a la arcilla.
En un principio, los frascos necesitan 500 años de ventaja para que una persona pueda pararse junto a ellos con seguridad, pero hay otros elementos radiactivos con un proceso de desintegración mucho más lento, que de ningún modo pueden ingresar a los depósitos naturales de agua o a la biósfera, por lo tanto, el objetivo es aislar a los residuos aproximadamente 100.000 años. Onkalo es estable, no sufre terremotos ni hay registros de desastres naturales. Entonces, ¿cuál es el problema?
Mantener alejada a la gente, por supuesto. ¿Cómo advertir a los arqueólogos del futuro sobre el riesgo representa el material enterrado allí? ¿De qué manera se puede comunicar universalmente que ese lugar es peligroso y debe permanecer intacto? Una vez terminado y llenado al máximo, Onkalo guardará 6.500 toneladas de uranio agotado. Ahora, existe una curiosa propuesta: No marcar el sitio. Sellarlo por completo, eliminar todo rastro en la superficie, y dejar que el propio tiempo lo borre.
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Gran artículo, me gustó mucho.