Lisandro Pardo
Psicodelia, surrealismo, misterio, suspenso, criaturas supernaturales… el desarrollo de los cómics mexicanos ha sido impresionante en las últimas décadas, potenciado por un arte maravilloso que en más de una oportunidad caminó al límite de la censura. Su forma de ver la vida, la muerte, el sexo, el crimen, y otros tantos aspectos rápidamente quedó reflejado en docenas de tapas que resisten el paso del tiempo, y que la Web no dudó en rescatar.
En este punto es cuando debo llamar al conocimiento de nuestros lectores mexicanos. Todo lo que tenemos de los artistas son sus apellidos o apodos: Dorantes, Araujo, F. Zavala. Algunos de estos trabajos son antiguos, con más de 40 años sobre los hombros. Varios datos sugieren que a mediados de los ’70, la industria mexicana del cómic llegó a imprimir más de 50 millones de copias por mes. Imagino que varios artistas tuvieron un paso efímero por este mercado debido a su magnitud, pero aún así nos encantaría saber más. Hasta entonces, disfrutaremos de sus imágenes.
