Aunque la idea de una vida más «justa» le agrada a cualquiera, los parámetros de justicia cambian mucho de una persona a otra. Algunas de las diferencias más importantes surgen al explorar aspectos como redistribución de la riqueza o equidad económica, y un llamativo estudio publicado en Nature Human Behaviour indica que alguien con una mentalidad «prosocial» tiene mayores probabilidades de deprimirse, y se sienten de ese modo en ambas situaciones, o sea, si reciben menos dinero, o si reciben más.
Políticos y economistas de todo el mundo arrojan al aire docenas de recetas intentando hacer las cosas «más justas», pero son muy pocos los que se detienen a pensar en las consecuencias sobre el individuo. El hecho de no poder acceder a determinados recursos básicos tiene un impacto enorme, sin embargo, lo que nos interesa saber es qué pasa en la mente de cada persona.
En 2010, el doctor Masahiko Haruno descubrió que frente a una mayor exposición a inequidad económica, las personas consideradas «prosociales» registran una profunda activación de la amígdala cerebral, región asociada con el estrés. En otras palabras, un prosocial se deprime cuando recibe menos dinero que los demás, pero si recibe una cantidad más grande, se siente culpable.
Aproximadamente el 60 por ciento de las personas son prosociales, mientras que el 30 por ciento son individualistas (aquellos que buscan optimizar sus recursos), y el 10 por ciento restante cae en lo competitivo, que sólo está enfocado en tener más que otros. El último estudio de Haruno (desarrollado junto a los investigadores Toshiko Tanaka y Takao Yamamoto) explora la relación entre esta actividad cerebral y los síntomas a largo plazo de la depresión.
Al hacer una comparación utilizando imágenes obtenidas vía resonancia magnética, no sólo confirmaron que los prosociales registran un marcado aumento de actividad en su amígdala frente a una redistribución injusta de la riqueza, sino también que los individualistas tienen una reacción similar únicamente cuando son las víctimas de esa injusticia.
A la hora de establecer si esos patrones de actividad cerebral están vinculados con la depresión, Haruno y el resto del equipo utilizaron el conocido Inventario de Depresión de Beck, un cuestionario basado en 21 entradas de respuesta múltiple. El inventario mide los síntomas de depresión clínica dentro de las últimas dos semanas, y su conclusión fue que los patrones cerebrales prosociales sufren más casos de depresión, algo que también sucedió un año después tras el seguimiento a los participantes del estudio.
Por supuesto, este no es el fin de la historia. Existen otras regiones del cerebro asociadas a la depresión (el estudio sugiere al mismo tiempo una intervención del hipocampo), pero la psicoterapia puede ser de gran ayuda en estos casos.
Breve reflexión de 6 minutos sobre la depresión y las redes sociales:
https://www.youtube.com/watch?v=0kNVmqTW5gs
Espero que le sirva de ayuda a alguien.
Es necesario dejar de deprimirse e impulsar y hacer cambios para combatir la injusticia