En los Emiratos Árabes sobran islas artificiales y rascacielos, pero si hay algo que falta, es agua. La hostilidad del clima es bien conocida, y al parecer no son pocos los que extrañan ver un poco de verde más permanente en esas tierras. Esto nos lleva al plan de la compañía local National Advisor Bureau Limited, que planea mover un iceberg desde la Antártida hasta una planta de procesamiento en la costa de Fuyaira. Su vocero principal dijo que darán inicio a las operaciones en 2018, aunque deben quedar múltiples detalles legales por resolver…
Si la historia te suena extraída de un libro de ficción, no estás equivocado. La novela «Icebound» de Dean Koontz explora la posibilidad de mover icebergs para combatir sequías, y como su publicación original fue en 1976, digamos que la idea no es precisamente nueva. Los primeros reportes se remontan al siglo XIX, una época en que la audacia de los marinos era muy superior a su capacidad tecnológica. No fue sino hasta la década de 1960 que se vieron los primeros intentos exitosos, cortesía de la industria petrolera que busca mantener a esos gigantes de hielo lejos de sus plataformas. El interés formal de las naciones árabes por esta actividad tuvo su exposición más importante a fines de los ‘70 con las inversiones del príncipe Mohammed bin Faisal Al Saud. Incluso la NASA pensó que mover icebergs era una buena idea en su momento, y ahora es el turno de la compañía National Advisor Bureau Limited ubicada en Masdar, Abu Dabi.
Su director Abdullah Mohammad Sulaiman Al Shehi anunció que en 2018 comenzarán las primeras operaciones para remolcar un iceberg desde la Antártida (en lo que aparentan ser las cercanías de la Isla Heard) hasta una planta especial de procesamiento en la costa de Fuyaira. De acuerdo a las múltiples simulaciones realizadas por la compañía, el viaje completo tomaría cerca de un año. El objetivo principal no es otro más que obtener agua para consumo general. Con un promedio teórico de 75.600 millones de litros de agua, un solo iceberg podría proveer de agua a un millón de personas durante cinco años (si la matemática no me falla, son unos 41 litros diarios por persona).
Si bien varios reportes previos sugieren que un iceberg no podría viajar más allá del ecuador, es necesario remarcar que el 80 por ciento de su masa está bajo el agua, y su color natural refleja la luz del sol, por lo tanto, debería ser capaz de presentar cierta resistencia. La compañía también indicó el potencial turístico y ecológico del traslado de icebergs, pero algo me dice que se están apresurando. El Protocolo de Madrid y el Tratado Antártico no desaparecieron, y al mismo tiempo es difícil tomar en serio a una compañía que imagina osos polares en la Antártida.