Estamos a días del lanzamiento de Nintendo Switch. Y para ir apaciguando la espera nada mejor que un informe completo con la historia de Nintendo, sus consolas y los juegos más emblemáticos.
Luego de varias décadas dedicándose a los rubros más diversos como taxis, hoteles y juegos de cartas, Nintendo lanzó en 1983 su sistema de 8-bit en Japón el cual revolucionaria el mercado para siempre y sentaría las bases del entretenimiento hogareño tal como lo conocemos hoy. Dos años más tarde la consola llegaría a suelo norteamericano multiplicando exponencialmente el éxito con el que venía precedida. El arribo de Nintendo Entertainment System (o NES) no podría haber sido más oportuno dado que la industria se encontraba atravesando una de sus más grandes crisis debido a una baja considerable en las ventas y a la pérdida de confianza por parte de los consumidores quienes se vieron invadidos por decenas de títulos de calidad ínfima lo que llevó a una lógica saturación.
Dos de los grandes responsables de esta crisis fueron la versión para Atari de Pac-Man y la impresentable adaptación de E.T. the Extra-Terrestrial, considerado como uno de los peores juegos de todos los tiempos. Si a esto le sumamos que los ordenadores personales comenzaban a ganar terreno, las plataformas dedicadas a los videojuegos parecían tener los días contados. Poco tiempo después del desembarco de Nintendo en occidente el mercado comenzó a recuperarse dominado, claro, por la gran N. Con una base de usuarios cada vez más amplia la compañía respaldó su consola con títulos que hoy son considerados clásicos absolutos y también con accesorios un tanto peculiares como la pistola NES Zapper, el Power Glove (que nos permitía controlar la acción desde un guante) y hasta un robot conocido como R.O.B. (Robotic Operating Buddy), capaz de interactuar con un par de juegos.
Mientras Nintendo triunfaba en todo el mundo, en algunos países se popularizaron los clones de la edición japonesa del sistema: Dendy en Rusia, Famicom o Family Game en Argentina, y NASA en España, por mencionar sólo algunas de las más conocidas. Gracias a estos clones muchos jugadores pudieron disfrutar de las aventuras más emblemáticas de la compañía y también de esos cartuchos que prometían mil juegos en uno o versiones modificadas de otros títulos.
Quizás hoy no está en boca de todos pero hubo una época en que todas las compañías querían o derrocar o ser parte de Nintendo. NES apenas significó el puntapié inicial en el dominio que Nintendo conseguiría en aquel mercado renaciente; el lanzamiento de la portátil Game Boy en 1989 permitió que nuestros juegos nos acompañen a todos lados y la posterior llegada de Super NES en 1990, el sistema de 16-bit, elevó a un nuevo nivel las posibilidades técnicas y jugables. Por supuesto ante este panorama fueron varios los que quisieron disputar el liderazgo del gigante japonés: Sega Genesis, por ejemplo, ofreció dignísima batalla por unos años apuntando a un público más maduro y desplegando una campaña publicitaria sumamente agresiva que aun al día de hoy es recordada.
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La irrupción de Sony no fue del agrado de Nintendo. En un principio las dos empresas iban a colaborar en el desarrollo de una lectora de CD para Super NES, pero cuando el proyecto fue finalmente cancelado Sony aprovechó aquellos años de trabajo y lanzó su primera PlayStation, marca que con los años se convertiría en un estándar de la industria. Nintendo volvió a intentar asociarse con otra empresa, en este caso Philips, pero el proyecto tampoco llegó a buen puerto, y ni hablar de los juegos lanzados para la merecidamente olvidada CD-i.
Lo cierto es que en ese momento Nintendo debió hacer frente no sólo a Saturn, la nueva consola de Sega, sino también a la flamante PlayStation. Mientras la gran novedad de aquellos sistemas era el formato de sus juegos en CD, Nintendo siguió apostando a lo clásico con su Nintendo 64 en 1996, sistema que ofreció alguno de los mejores títulos de todos los tiempos como Super Mario 64, GoldenEye 007 y The Legend of Zelda: Ocarina of Time, pero se vio un tanto relegado debido a la arcaico de los cartuchos y al elevado precio de sus juegos. Sony resultó el gran ganador de aquella generación de consolas cambiando definitivamente las reglas del juego.
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El éxito de PlayStation llevó a Sony a desarrollar una sucesora que con el tiempo se convertiría en la consola más vendida de la historia. Paralelamente Microsoft entró en la disputa con su primera Xbox y Sega daba sus últimos coletazos con la inolvidable Dreamcast. Nintendo por su parte lanzó Gamecube en 2001, un pequeño cubo violeta al que no le fue tan bien desde el punto de vista comercial. De todos modos los fanáticos de la compañía pudieron disfrutar de sus personajes favoritos y también de un par de franquicias completamente nuevas. Unos años después con el fin de recuperar el terreno perdido, Nintendo se dispuso a revolucionar el mundo de los videojuegos como tantas veces lo había hecho antes lo que consiguió con creces gracias a su Wii en 2006, la consola que acercó este pasatiempo a un público nuevo y le permitió superar en ventas ni más ni menos que a la PlayStation 3 de Sony y a la Xbox 360 de Microsoft.
Después de la popularidad alcanzada por Wii la compañía quiso ir un paso más allá lanzando un sistema cuyo principal control era una especie de tablet, que a su vez podía funcionar de forma autónoma al televisor. En los papeles Wii U (2012) prometía mucho pero su escaso catálogo, varias decisiones desacertadas y la feroz competencia con PlayStation 4 y Xbox One la condenaron a un final prematuro, algo que esperemos pueda ser remediado con la inminente Nintendo Switch.
De todos modos más allá de algunos fracasos el legado de Nintendo es inmenso y eso que ni siquiera mencionamos las consolas portátiles, Game Boy Advance (2001), Nintendo DS (2004) y Nintendo 3DS (2011), que dominaron el mercado a lo largo de los años apabullando a la competencia de manera contundente. Es cierto que Nintendo también se adelantó a la realidad virtual con Virtual Boy en 1995, pero hay cosas que es mejor dejarlas en el pasado.
Entre los juegos más clásicos de NES podemos mencionar a Super Mario Bros., Super Mario Bros. 2 y Super Mario Bros. 3, reconocidos unánimemente como tres de los más grandes clásicos de plataformas de la historia; el mítico Donkey Kong, en los tiempos en los que el simio favorito era el villano, y Donkey Kong Jr., en el que controlamos a su hijo quien debe rescatar a Donkey Kong de las garras de Mario. Tenemos también Castlevania y sus secuelas, Simon’s Quest y Dracula’s Curse, una de las sagas pioneras en el terror. Los inoxidables Galaga y Gradius, que tantas monedas nos consumieron en las salas de recreativas, los divertidos Bubble Bobble, Balloon Fight y Excitebike, propuestas sencillas y adictivas que nos mantuvieron frente al televisor durante meses. Los fanáticos del deporte podían divertirse con Tecmo Bowl y Punch-Out!!, experiencias en apariencias simples pero que recreaban maravillosamente la emoción del fútbol americano y el boxeo. Los más aventureros tenían StarTropics y Final Fantasy, título que dio origen a la serie de RPG más popular de todos los tiempos y que marcó el renacimiento definitivo de Square.
The Legend of Zelda fue el juego que dio origen al mito, la aventura más grande de Shigeru Miyamoto, quien basó el argumento en sus juegos infantiles cuando exploraba bosques y cuevas. Fue uno de los primeros juegos en permitirnos guardar nuestro progreso porque no era ni fácil ni corto y también uno de los títulos más complejos de aquellos años. Su secuela, Zelda II: The Adventure of Link, se alejó bastante de lo visto en el original reemplazando la vista aérea por una cámara lateral que no fue del agrado de todos. Sin embargo visto en retrospectiva es un juego que merece ser probado siendo de los más particulares dentro del extenso legado de la franquicia.
Antes de dedicarse a los deportes y a los kartings, Mario también supo ser doctor en Dr. Mario, un juego de puzzle que al día de hoy se siente tan divertido como la primera vez. Double Dragon II: The Revenge y Super Contra eran las mejores opciones para quienes buscaban acción. El primero obligándonos a abrirnos paso con nuestros puños y el segundo apelando al poder de caricaturescas armas de fuego. Ambos eran desafiantes, complejos y terriblemente adictivos. Ghosts ‘n Goblins es un juego de terror y uno de los más difíciles de la historia. Si estás dispuesto a vencer tus miedos dale una oportunidad, no te vas a arrepentir.
Pac-Man es un clásico atemporal que no necesita presentación alguna, mientras que Mega Man 2 es una de las mejores entregas de la saga de Capcom. Ice Climber y Kirby’s Adventure son dos títulos con el inconfundible sello de Nintendo. El primero de espíritu más arcade y el segundo de plataformas en el que controlamos a uno de los personajes más adorables que se haya visto en un videojuego.
Mario Bros. es una experiencia distinta dentro del catálogo de juegos del fontanero que hoy se siente un tanto básica pero que mantiene intacta su capacidad de divertir. Ninja Gaiden marcó el comienzo de una de las sagas de acción y plataformas más icónicas haciendo gala de un nivel de dificultad demencial sólo apto para los más valientes. Kid Icarus es otra serie inconfundible de Nintendo que se mantuvo olvidada durante más de dos décadas hasta su regreso triunfal en Nintendo 3DS unos años atrás. Metroid por su parte nos invita a la aventura, pero lejos del aspecto colorido e infantil de la mayoría de los juegos de la época la epopeya de Samus se mostraba como una alternativa madura y compleja dentro del universo Nintendo.
El furor por los juegos retro crece año a año en parte por la nostalgia de los jugadores más maduros (como la de The Mexican Runner, un jugador que terminó -casi- todos los juegos de Nintendo NES) y en parte por el deseo de los jóvenes de disfrutar de los títulos que salieron incluso antes de que muchos de ellos nazcan. Nintendo contando con un catálogo contundente e inapelable de clásicos supo responder a esta demanda y más allá de sus múltiples reediciones y de la posibilidad de jugarlos en la consola virtual de sus últimas plataformas, la compañía se decidió por ofrecer a los fanáticos un viaje al pasado en la forma de Nintendo Classic Mini, una consola idéntica a la NES original pero de tamaño reducido que alberga treinta de los más grandes juegos de su historia, incluyendo todos los títulos mencionados más arriba.
Se trata de una oferta difícil de rechazar: cientos de horas de diversión retro que entran en la palma de tu mano y que puedes disfrutar en los televisores actuales, tal como lo hicimos muchos años atrás. El joystick es exactamente igual al de NES y por si fuera poco tienes la posibilidad de conectar un segundo mando para disfrutar de aquellos títulos que permiten jugar en cooperativo. En aquellos tiempos las cosas eran mucho más sencillas así que olvídate de descargar parches y las instalaciones eternas. Simplemente tienes que enchufar la Nintendo Classic Mini, conectarla a la tele mediante un cable HDMI y divertirte como cuando eras un niño.
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