Como alguien que en su momento pagó 80 dólares por 8 megabytes de RAM, conozco muy bien aquellas historias sobre memorias costosas y limitadas. Claro que… esas historias no tienen más de veinte o treinta años. Si vamos un poco más atrás, entre 1955 y 1975 para ser precisos, la memoria no sólo era extremadamente rara «y» costosa, sino que su construcción tenía un perfil al que podemos describir como «artesanal» si se quiere. Damas y caballeros, conozcan a la memoria de núcleo magnético.
¿Qué puedes hacer con 125 bytes? En estos días, probablemente no alcance ni para enviar un SMS, mucho menos un correo electrónico. De hecho, lo que acabo de escribir antes del punto suma 130 caracteres (incluyendo espacios, punto y comas), detalle que nos ayuda a visualizar qué tan poca información es en realidad. Sin embargo, en aquellos años con una Guerra Fría congelando al mundo, y tanto Elvis como los Beatles incendiando corazones, los expertos en informática exprimían cada byte que podían de sus sistemas.
Las exigencias eran cada vez mayores, y las tecnologías existentes comenzaban a mostrar sus primeras fisuras, entre ellas la memoria de tambor magnético desarrollada en los años ‘30. Había llegado el momento para algo nuevo, y fue a mediados de los ‘50 cuando surgió la memoria de núcleo magnético.
La imagen superior corresponde a un módulo de memoria con un total de 1 kilobit, exactamente 125 bytes. Cada uno de los toroides «atrapados» entre los alambres de cobre representaba a un bit, y de acuerdo a la dirección de la magnetización en esos toroides, era posible identificar a ceros y unos. Un aspecto crítico para este proceso se hallaba en el orden y la posición de los alambres de cobre. Al enviar pulsos de corriente eléctrica por uno u otro alambre, el sistema podía modificar la magnetización en un toroide, y por extensión, su valor de memoria.
Ahora, la memoria de núcleo magnético poseía dos características adicionales. La primera es que su lectura era destructiva. En otras palabras, un bit que se encontraba en 0 no se veía afectado, pero el hecho de leer un 1 provocaba un «flip» en el bit cambiándolo a 0, y debía ser recreado. La segunda es que al contrario de la RAM moderna, la memoria de núcleo magnético no era volátil, y podía conservar su último estado aún con una interrupción en la energía.
La superioridad de la memoria de núcleo magnético quedó rápidamente demostrada a pesar de varios conflictos legales (casi una década de demandas y contrademandas), y en el plazo de veinte años, logró reducir su costo de un dólar por bit, a un centavo de dólar por bit. Las mejoras en el proceso de fabricación permitieron un notable incremento en la densidad y la miniaturización de los módulos, pero más allá de los beneficios, su destino quedó sellado cuando Intel pulverizó el mercado con la primera memoria DRAM comercial, conocida como Intel 1103. Esa, es otra historia…
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