Lisandro Pardo
Hace poco hablamos sobre The Malware Museum, una sección especial en Archive.org donde podemos observar de cerca diferentes tipos de malware que afectaban a MS-DOS en los años ‘80 y ‘90. Un año atrás hicieron algo parecido con una amplia selección de juegos para ese sistema operativo, y ahora es el turno de Windows 3.1, con 1.500 muestras de shareware.
Imagino que nuestros lectores más jóvenes no tuvieron el placer de instalar shareware distribuido en diskettes que venían como obsequios en diferentes revistas dedicadas a los juegos y la informática. En aquellas épocas, comprar revistas era para muchos la única forma de obtener programas nuevos, a pesar de que algunas publicaciones podían llegar con varios meses de retraso. La Web moderna ha arrojado en el olvido a aquella búsqueda «artesanal» de software, y fundamentalmente a la magia del shareware. Tal y como lo dice su nombre, su esencia era compartir el contenido realizando copia tras copia de cada disco, y por esa vía fueron distribuidos verdaderos clásicos como el Wolfenstein 3D y el Doom. El shareware resistió muy bien a la evolución de los sistemas operativos, con una enorme cantidad de demos para DOS y Windows 3.x.
Gracias al trabajo del Internet Archive, hoy tenemos la posibilidad de disfrutar cerca de 1.500 ejemplares de shareware para Windows 3.1, con la ayuda de DOSBox, y nuestros navegadores. Al igual que el Malware Museum y sus juegos para MS-DOS, todo lo que debemos hacer es escoger un programa y hacer doble clic para cargarlo. La base de datos aún se encuentra un poco «sucia», y la gran mayoría de sus entradas están guardadas bajo la letra W (por Windows 3.1), pero encontré joyas al nivel del Out of This World.
También he notado que hay entradas repetidas, pero eso en parte refleja al estado del shareware en aquellos años, con múltiples versiones muy similares, y nombres sujetos a la creatividad de cada usuario. Como siempre, un par de consideraciones técnicas: En general los programas deberían funcionar bien, aunque puede haber pérdidas de velocidad, y el sonido es un aspecto que la emulación en línea no termina de resolver. Fuera de eso, creo que la nueva sección de Archive.org merece nuestro tiempo.
