En los últimos años de la década del ‘30, Europa estaba a punto de volar por el aire… otra vez. La historia ha documentado todos los avances y retrocesos de la Alemania Nazi en materia de desarrollo militar, pero fuera de ese ámbito, existieron otras creaciones que incluso se extendieron más allá del régimen. Una de ellas es el Tefifon, formato de audio acompañado por su propio reproductor que lee cintas no magnéticas, y en el mejor de los casos, eran capaces de guardar hasta cuatro horas de audio.
El año era 1936. Alemania organizaba los Juegos Olímpicos de Berlín, y sería por mucho tiempo la única pizca de paz que el mundo iba a disfrutar. Los años siguientes se transformaron en una época oscura que vio a las grandes potencias mundiales volcar casi todos sus recursos al esfuerzo militar, aunque también hubo otros desarrollos que no estuvieron asociados estrictamente a lo bélico. El ejemplo más conocido en estos días es el clásico Escarabajo, Volkswagen Tipo 1, y puede que algunos entusiastas de la radio recuerden a la Volksempfänger, sin embargo había algo más, proveniente del mercado privado. Ese mismo año, el doctor Karl Daniel, fundador de la compañía Tefi, creó el formato de audio Tefifon. Su tecnología básica ya se encontraba disponible en otros aparatos para los militares, pero con la guerra en el medio, las soluciones comerciales basadas en el Tefifon se demoraron hasta finales de los ‘40.
Su concepto es similar al del gramófono, con una diferencia importante: En vez de leer los surcos sobre la superficie de un disco, el Tefifon lo hace sobre una cinta infinita guardada en cartuchos especiales. En otras palabras, el Tefifon tiene un poco de gramófono, y un poco de cartucho de ocho pistas (sin el aspecto magnético, claro está). Los cartuchos venían en diferentes tamaños, y los más grandes podían guardar hasta cuatro horas de audio. Este detalle convirtió al Tefifon en una opción interesante para obras de larga duración (como las óperas) y cursos de aprendizaje (por ejemplo, aprender idiomas), pero la música fue sin dudas su punto débil. Los artistas populares de la época mantenían contratos de exclusividad con sus discográficas, las cuales no expresaron interés alguno en adaptar sus discos a las cintas Tefifon. En consecuencia, la gran mayoría de las opciones eran covers hechos por cantantes poco conocidos, y bandas locales.
Se han visto algunos reproductores Tefifon en muy buenas condiciones, lo que nos da un indicio sobre la calidad de su construcción. De más está decirlo, el formato nunca despegó por completo. La gente ya había adoptado a los discos como su medio preferido para escuchar música, y se exportó solamente durante un año a los Estados Unidos (1963-64), hasta que su producción concluyó en 1965. Si estás interesado en ampliar tu colección retro de una forma diferente, todavía es posible encontrar varias unidades Tefifon en línea.
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