Un buen libro acompañado por una luz tenue suele ser el combo escogido por muchas personas antes de irse a dormir, pero la llegada del libro electrónico ha disparado un cambio en los hábitos, y al parecer sucede lo mismo con la calidad del sueño. Un equipo estacionado en la Escuela Médica de Harvard advierte que las pantallas de smartphones, tablets y portátiles alteran el reloj biológico, causando trastornos al momento de descansar.
Después de acumular más de seis años trabajando de noche, creo que podría escribir una cosa o dos sobre problemas a la hora de dormir, sin embargo, todo se reduce a dos factores: Oscuridad y silencio. El primer rayo de luz indica que es tiempo de levantarse, pero aquellos que seguimos el camino del vampiro sabemos bien que ese mismo rayo nos puede robar el sueño en cuestión de minutos. Por otro lado, la existencia de ruido no resiste ningún análisis. Entre teléfonos, golpes, bocinas, tránsito y el vecino delirante convencido de que puede ganar el Grammy tocando la batería, recibir la visita de Morfeo se convierte en un verdadero milagro. Aún así, mucha gente ignora que el enemigo principal de su descanso podría estar sobre la mesita de luz.
Un equipo de la Escuela Médica de Harvard llevó a cabo un experimento en el que doce personas pasaron dos semanas dentro de un “laboratorio del sueño”. Allí, cada miembro leyó de un libro y un iPad durante cuatro horas antes de irse a la cama, cinco noches seguidas. Los dispositivos fueron configurados para que sus pantallas emitieran el máximo brillo, y la “hora de dormir” quedó establecida de manera arbitraria a las diez de la noche. Los participantes que leyeron del iPad tardaron en promedio diez minutos más en dormirse, y los monitores de sueño revelaron que pasaban menos tiempo dentro del llamado “sueño REM”. Los análisis de sangre indicaron una reducción en la producción de melatonina, demorando el ritmo circadiano hasta una hora. Aquellos que usaron la tablet para leer también dijeron sentirse más despiertos al momento de descansar, pero necesitaron de tiempo adicional para despertarse por completo a la mañana siguiente.
Si bien el estudio se concentró sobre iPads, el efecto también se extiende a otras tablets, al igual que los lectores Nook Color y Kindle Fire, smartphones y ordenadores portátiles. El problema no es otro más que la luz emitida por las pantallas, especialmente la azul (450 nanómetros). El profesor Charles Czeisler, uno de los responsables del estudio, explica que esta luz de onda corta se refleja directamente sobre los ojos del usuario, mientras que en un libro físico, sólo se aprecia la luz sobre las páginas. Los únicos dispositivos que parecen escapar a este dilema son aquellos que poseen pantallas basadas en papel electrónico, como los Kindle originales. En otras palabras, nadie está diciendo que hay que dejar de leer, pero si el sueño no ayuda, es probable que sea necesario reducir el tiempo que pasamos frente a las pantallas.
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