Iba a comenzar diciendo que esta celebración podría ser para los niños de los 80, pero la verdad es que yo mismo fui un niño de los 80 y no vi (o no recuerdo haber visto) una Commodore hasta que tuve 6 años, en 1992. 10 años habían pasado desde que su lanzamiento había generado el furor por las consolas y ordenadores personales en los 80. Así que retornando a la primera línea; niños de los 60, niños de los 70, niños de los 80 y otros tantos de la retro fest del 2000 en adelante, están todos invitados al cumpleaños número 30 de Commodore 64, donde repasamos algunos hitos que su existencia generó y sigue generando.
Un éxito justificado
Si bien siempre hay necios e ignorantes, la Evolución en la informática no tiene discusión alguna. En cuanto a la informática, no hay Estados ni instituciones trogloditas mintiéndoles a los jóvenes y diciéndoles que la capacidad tecnológica actual y su extenso desarrollo salieron de la punta del dedo de un magnate celestial. Luego de mucho andar entre laboratorios llenos de nerds y científicos trasnochados, lo que logró la C64 en 1982 fue un salto de calidad que se correspondió con la aceptación y adquisición por parte de millones. Es que a pesar de estar hablando de un ordenador de 30 años de antigüedad en un contexto histórico donde el consumo era impresionante, pero definitivamente inferior al actual. Y si hablamos de la tecnofilia, esta era ridículamente ínfima en relación a hoy, donde hay Twitter hasta en la puerta de las heladeras. Sin embargo, para sorpresa de cualquier mercader actual y para terror de los que estaban encargados de la Apple II en ese momento, la Commodore 64 se vendió a 595 dólares y es, hasta ahora, el ordenador personal más vendido de la historia.
Dándole más mordiscos a la manzana
Con especificaciones tan relevantes como la que le daban nombre: 64K de RAM. Los gráficos de 16 colores le pegaban una paliza a todo lo conocido, y las vistas isonométricas empezaron a tener un poco más de vida en esta consola y en las pantallas de televisión en donde se conectaba la C64 a través de la salida de video. Ahí vimos parpadear juegos que dejaron mella como The Last Ninja, Maniac Mansion, WWF Wrestlemania, F1 race y cientos más. Siguiendo con los gráficos, la versión NTSC se vino con un procesador 6510 funcionando a 1.023 MHz con 8-bits MOS. Trato aparte merece el sonido, que fue tan impresionante para la época, que muchos aprovecharon el ordenador para cumplir algunos pequeños sueños de músicos amateurs y componían en la C64 como si estuviera creada para ello. Además, hay que hablar de periféricos, expansiones de hardware, la disquetera, la cassetera, la tecla con función especial; que inspiró a la de Windows y Mac y muchos otros logros de este ordenador central en la historia de la informática.
La presencia de la Commodore 64 se volvía hito, y su diversidad en las tareas y la capacidad de expansión que podía realizar le hacían un favor a la integración al centro de atención familiar y ser tomada como una inversión larga en el tiempo. La combinación ordenador personal/consola pudo con lo que quedaba de la Apple II y hasta hoy se recuerdan los comerciales en donde la referencias no se disimulaban en absoluto. En esos tiempos no había actitudes políticamente correctas ni eufemismos, cuando alguien quería decir que su producto era mejor que otro, lo decía y ya. Con la expansiones que llegarían durante toda la década de 1980 hasta la discontinuación de Commodore, las versiones se volvían más específicas pero también más potentes. Asimismo, los clones e imitaciones surgían por doquier, pero ninguna la igualaba.
Loading…
Introducías el cassete y luego mirabas a la pantalla:
READY .
LOAD ****
PRESS PLAY ON TAPE
PROGRAM LOADING
PLEASE WAIT.
Así se cargaban juegos en los 80. Y mientras lo hacías, tenías que ir a hacer alguna otra cosa o a terminar las tareas porque los juegos podían demorar decenas de minutos en terminar de cargarse por completo para recién poder jugarlos. ¿Estabas apurado y querías poder poner el cassete y jugar una partida rápida? Olvídalo. Commodore 64 hacía que valorásemos toda la sesión de juegos, como si fuera un ritual místico en el cual entramos primero en sintonía y luego podemos disfrutar. Algunos juegos eran tan demandantes en la carga, que para no aburrir a quienes esperaban, tenían minijuegos para matar el tiempo mientras que en segundo plano la carga continuaba, lenta y valiosa. Todo un disciplinamiento de la ansiedad era jugar a la Commodore 64. Y si la paciencia no es una virtud en tu personalidad luego de dedicarle años a la consola, es que no aprendiste nada.
A continuación te proponemos vivir la carga de Robocop, que nos mostraba de a poco la imagen del héroe y nos ponía en sintonía con una música muy adrenalínica. Hay quienes lo van a renegar, pero yo creo que estas pantallas de presentación aumentaban la expectación, la excitación y entrabas al juego con una sensación de inmersión única e inigualable.
¿Y qué piensan de esto los más jóvenes de nuestra época?
Actualmente, si una página nos tarda más de 5 segundos en cargar nos volvemos locos. Y no soportamos las publicidades en los videos gratuitos de Youtube, ni las cinemáticas publicitarias de los juegos, que nos imponen el logo de las compañías envueltas en el desarrollo hasta que nos los aprendemos de memoria. Las pantallas de carga de los juegos nos parecen eternas (yo confieso que la primera vez que jugué Dead Space, lo dejé por esta razón) e injustificadas. ¿Alguien recuerda haber querido patear algo mientras jugaba Final Fantasy o Metal Gear Solid en Playstation y el disco no para de girar mostrando un Loading infinito? Uff. Entonces, ¿qué opinarán las generaciones aún más recientes sobre la tecnología de la Commodore 64? ¿Sabrán lo que es un cassete? ¿Tendrán idea de cómo manipular un joystick de antaño? ¿Les parecerán divertidos los juegos? La respuesta no es nada misteriosa, pero en el video que hicieron los de la BBC lo podemos cotejar con imagen y sonido.
30 años no son nada
En los 30 años de Commodore 64, apenas un poco más jóven que sus usuarios más leales, el ordenador no está ni relativamente cerca de ser olvidado. Al contrario. La fiesta de lo retro de la cuál ha sido testigo la humanidad desde el 2000 en adelante -especialmente en el último lustro- ha revitalizado y ha hecho conocer el ordenador y sus cualidades a quiene permanecían en las sombras de este conocimiento ineludible. Es que comprender lo que generó la Commodore 64 hace 30 años es tener una perspectiva más profunda sobre cómo se construyó ese gaming más hardcore. Ése que habita en las tinieblas de un dormitorio juvenil (o no tanto) a altas horas de la noche ó, como me gusta llamarle, en las primeras horas del día, rompiendo records, avanzando más lejos, descubriendo bugs, glitches, huevos de pascua y nuevas sensaciones aún cuando el juego ya se acabó hace horas. También es comprender cómo una tecnología totalmente obsoleta para cualquiera hoy día, podía generar incluso más diversión y adicción que el empacho de bits de hoy, con sus gigas y gigas de texturas en HD sin argumentos que aspiren a la diversión de quien lo juega y no a la autosatisfacción del dibujante. Imbatible en la combinación ordenador y consola, las reversiones que hoy mismo se están haciendo de Commodore demuestran que 30 años no son nada para algo tan, pero tan grande para todo esto que nos gusta.